Entre las “57 Buenas prácticas en parroquias” obtenidas del análisis de 200 comunidades parroquiales de España donde colaboró la Fundación SM, encontramos la dimensión orante y la propuesta de recuperar el ministerio de intercesión como clave de éxito. Estas son algunas de las claves que nos acercan a esta idea:

  1. La parroquia dispone de espacios y tiempos apropiados para la vivencia de las diferentes formas de oración, personal y comunitaria.
  2. Para los servicios o ministerios en la parroquia, u otras misiones, se realizan diferentes celebraciones comunitarias, integrando acción de gracias, intercesión, bendición y «envío».
  3. La parroquia ha constituido el ministerio/servicio de intercesión, especialmente, por las personas que están siendo invitadas a la fe en el primer anuncio o han entrado en el discipulado.

Es decir, que hay un grupo de personas, cuyo ministerio en la comunidad es rezar por los que están viviendo el primer anuncio o comienzan su andadura en la comunidad a través del discipulado.

En esta misma clave de los ministerios para acompañar a los que comienzan su andadura en nuestra familia carismática, vemos que hacen falta bastantes acompañantes implicados en las actividades. No porque estas lo requieran por su complejidad o número de participantes, si no por el testimonio de vida y de servicio a la comunidad que aportan, porque lo que evangeliza es la propia vida, no los discursos. Rezar juntos, convivir, participar como uno más, ser accesible y cercano para propiciar un acompañamiento personal puntual o prolongado, todo eso no lo hace una sola persona con un grupo numeroso de jóvenes. El modelo de hombre orquesta ya pasó a la historia y, además, lo nuestro es la comunidad.

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