Para ser estos referentes válidos que saben gustar del tiempo presente junto a los jóvenes, José Cristo Rey García Paredes nos dice a los religiosos, pero vale para todos, que “tenemos que estar atentos y abiertos a descubrir la belleza de lo contemporáneo aunque no lo entendamos y prefiramos lo antiguo” porque “nuestra alma se acostumbra y dejamos de ver lo bello… sólo recordamos el pasado”. “La belleza sorprende y seduce, no es previsible” Lo que un día nos sedujo y guardamos en nuestro corazón, como mucho nos servirá a nosotros mismos para mantener nuestra llama, pero no para encender la de otros.
Otra barrera que se acusa mucho en las comunidades religiosas y que también es extrapolable de alguna manera, es la ausencia de rituales compartidos. Aquellas cosas triviales que hacemos juntos pero que nos convierten en comunidad: no sólo rezar y comer, que a veces tampoco hacemos juntos sino, poner la mesa, fregar, hacer la comida, limpiar, compartir tiempo de descanso, compartir proyectos… todo esto rompe barreras, acerca personas y forma comunidades significativas que se convierten en modelo y testimonio para los jóvenes.

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