Con el paso de los años, vamos acumulando y arrastrando iniciativas de oración que comenzaron un día con un grupo que quería rezar y que hoy son un marrón para quien las tiene que preparar.
Las actividades que se hacen por compromiso no contagian el Espíritu. Una oración ha de hacerse porque hay 2 o más que, movidos por el Espíritu se quieren juntar a rezar, pero no para que una iniciativa se mantenga en el tiempo indefinidamente.
No nos ha de dar miedo terminar una iniciativa de oración si ya no hay nadie que se quiera juntar a rezar, o los que quieren dicen que no son capaces de asumir la responsabilidad de preparar dicha oración. Si no hay una comunidad que se reúne a rezar, sino encargados sueltos de sacar la oración, lo que tenemos es un circo organizado por gente muy entregada y dispuesta, pero que devalúa el sentido de la oración y de la comunidad.

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