Cuando nos planteamos el momento de la creación de la comunidad, la mayoría de los jóvenes necesitan verse en un ambiente amable, abierto, informal, que no los juzga si no que los acepta como son y los escucha. Algunos de ellos pueden estar incluso alejados de la fe o de la Iglesia. Por tanto, es muy importante cuidar cómo nos acercamos a ellos y qué contexto tienen para dar esos primeros pasos.
Según esto, acertar con el primer acompañante es clave para generar ese entorno seguro de confianza donde compartir la propia vida. Y, al compartir vida, se podrá generar el vínculo primero de la comunidad.

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