Ignacio Otaño nos cuenta como en el tiempo convulso de la revolución Francesa:

“Se abren oratorios en casas particulares, y cada oratorio es un centro de vida espiritual intensa. El P. Chaminade es un agente activo de esa pastoral clandestina.” (p16)

De alguna manera promueve y acompaña la creación de estas comunidades de oración. Como Familia Marianista, también podemos ser facilitadores para que surjan estas comunidades quizá no clandestinas, pero sí muy discretas que van dando pasos para convertirse en algo mayor.

Comentarios

Deja una respuesta