Para poner en marcha y hacer crecer cualquier iniciativa, pero especialmente una comunidad de fe, es necesario hacer equipos con gente apasionada, movida por el Espíritu, y no por representantes institucionales de los grupos o áreas para cumplir cuotas. Si además de estar movidos por el Espíritu están representados todos los grupos, mejor pero en este orden, no en el otro, porque lo que han de contagiar es vida y entusiasmo, no política y estrategia.

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