Debemos tener en cuenta que nuestro nivel de concentración en una actividad o nuestra necesidad de descanso o distensión, no es la misma que la de los jóvenes, ni la que teníamos a su edad se parece a la que tienen ahora. Por tanto, a la hora de plantear una actividad, por ejemplo unos ejercicios espirituales, será bueno programar bien los tiempos de descanso, no como tiempos libres si no con una actividad lúdica bien orientada para que obtengan el descanso que necesitan sin romper la dinámica. Si nos limitamos a dejar tiempos libres sin una oferta clara pero con una serie de prohibiciones, su tendencia será a salirse de la dinámica y volveremos al enfrentamiento de intereses.

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