Comunidades Laicas Marianistas

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Cuando uno hace la primera consagración o algún compromiso público de adhesión, es signo de que ha optado de forma madura y consciente por vivir la fe en estas comunidades.

  • Responsabilidad – CLM [2]

    Responsabilidad – CLM [2]

    La responsabilidad del laico es fundamental en nuestro carisma, como nos recuerda Chaminade en una carta a Adela. Es hora de retomar esa responsabilidad que, en muchos casos, se ha cedido a los religiosos. Los laicos deben ser miembros activos de la misión si queremos ser fieles al carisma de nuestra Familia. Ver contenido

  • Acompañantes – CLM [2]

    Acompañantes – CLM [2]

    En nuestro carisma, los laicos son los primeros acompañantes de otros. La misión genuina implica estar en colegios, ofreciendo apoyo en ejercicios, acompañamiento personal y colaboración en actividades. Esto no solo fortalece nuestra Familia, sino que difunde las fraternidades o CEMI. Ver contenido

  • Visibilizar – CLM [1]

    Visibilizar – CLM [1]

    Fomentar la coordinación entre las comunidades laicas puede fortalecer el sentido de pertenencia y comunidad. Establecer un espacio de reunión común y una eucaristía compartida puede propiciar interacciones y promover la conciencia de pertenecer a un cuerpo más amplio. Ver contenido

  • Iguales – CLM [1]

    Iguales – CLM [1]

    Nuestro estilo inicial reflejaba una asamblea abierta al público dominical, donde los laicos tomaban la palabra, semejante a las reuniones protestantes. El énfasis estaba en el laico como predicador, utilizando su lenguaje y medios de comunicación para atraer la atención de otros laicos. Ver contenido

  • Identidad – CLM [1]

    Identidad – CLM [1]

    Las comunidades laicas marianistas, desde sus inicios, responden a las necesidades del mundo, en contraste con la percepción de ser meramente mano de obra para los religiosos. Esta distorsión, señalada por Ignacio Otaño, refleja una tendencia clericalista. La visión original de Chaminade incluía parroquias marianistas como centros de diversas obras coordinadas en una misión integral. Ver contenido

  • Oración – CLM [0]

    Oración – CLM [0]

    Los laicos marianistas pueden crear espacios de fe en la ciudad, inspirados en nuestro carisma. Han demostrado capacidad para ello, como en el caso de Hakuna. Recuperar iniciativas anteriores, como los espacios de oración al estilo de Taizé, puede revitalizar la misión evangelizadora comunitaria. Ver contenido

  • La responsabilidad del laico es indiscutible en nuestro carisma tal y como leemos en una carta de Chaminade a Adela que recoge Ignacio Otaño:

    “Le diré mi secreto… Hace catorce años entraba yo de nuevo en Francia con el carácter de

    Misionero apostólico para toda nuestra desgraciada patria… Pensé que no había mejor manera de ejercer esas funciones que creando una congregación tal como ahora existe. Cada congregante, cualquiera que sea su sexo, edad y estado de vida, debe ser un miembro activo de la misión…” (Pág. 30)

    Corresponde ahora retomar esa responsabilidad que se ha ido cediendo, en muchos casos, a los religiosos y que no la pueden ni deben seguir asumiendo si queremos ser fieles al carisma de nuestra Familia.

  • En  nuestro carisma, los laicos son los primeros acompañantes de otros laicos, por eso, hacerse presentes en los colegios aportando lo que pueda cada uno, no sólo es nuestra misión genuina, sino que es también la mejor forma de crecer como Familia y de dar a conocer lo que son las fraternidades o CEMI. Estas aportaciones pueden ser: acompañar ejercicios, acompañamiento personal a alumnos, a monitores, o incluso a profesores, colaborar en la cocina de campamentos o cosas similares.

  • Cada pequeña comunidad laica funciona con gran autonomía de agenda, modo y lugar de reunión y eso es positivo. No obstante, si hablamos de visibilizar la comunidad, podría ser interesante tratar de coordinar las agendas y contar con un espacio de reunión común, de manera que se dé un momento en la semana en que, de forma natural, las distintas comunidades se crucen o encuentren a la entrada y salida de sus reuniones, además de posibilitar una eucaristía común como parte del encuentro de mi comunidad. Ese pequeño punto de encuentro propicia conversaciones, y hace tomar conciencia de que existe un cuerpo más amplio que mi propia comunidad.

  • Por lo que dice Ignacio Otaño de las asambleas en tiempos de los primeros congregantes… 

    “Las reuniones de los domingos por la tarde, abiertas al público, en las cuales hablaban los laicos, eran peligrosamente parecidas a las asambleas protestantes.” (Pág. 39-40)

    Según esto, nuestro estilo, en origen, era más parecido al modelo donde el laico es el que llevaba la voz cantante como si de un predicador evangélico se tratase, con el lenguaje del laico y sus medios de expresión y comunicación contemporánea que pueden captar mejor la atención y el interés de otros laicos que se reconocen mejor en el orador.

  • Hablando de identidad, las comunidades laicas marianistas son las que, desde su origen, detectan y responden a las necesidades del mundo. No como la mano de obra de los religiosos. Esto es una deformación en la que hemos ido cayendo, fruto del clericalismo de nuestra sociedad. Así nos recuerda Ignacio Otaño cómo era la relación entre las Congregaciones y la Compañía de María:

    La Compañía de María tiene una necesidad fundamental de misioneros. […] En Besançon el P. Chaminade concibe un proyecto ambicioso, en el que una parroquia marianista sea el aglutinante de diversas obras en una misión bien coordinada. […] En todos los lugares a los que Chaminade envía marianistas, casi siempre las congregaciones aparecen como una de las actividades de la comunidad o de algunos miembros de la misma. A veces incluso, como sucedió con la primera escuela gratuita fundada en Agen, son los congregantes de un lugar los que detectan una necesidad o un posible campo de misión y piden la presencia de una comunidad marianista, con la que después colaboran estrechamente. (Pág. 82)

  • En algunos lugares, los laicos marianistas podrían aportar a la ciudad un espacio para vivir la fe desde nuestro carisma. Están perfectamente capacitados para ello y además ya lo han hecho en alguna ocasión. 

    Esta es una misión evangelizadora que ahora mismo está desarrollando Hakuna de forma muy llamativa, pero que han hecho muchos otros grupos de forma más discreta y sin un modelo de oración claro.

    Cuando Taizé estaba más de moda, surgieron en las ciudades, diferentes espacios donde rezar con ese modelo concreto de oración. En aquel momento, algunos laicos marianistas sintieron la llamada de generar estos espacios y ofrecieron un gran servicio, no sólo a la Familia Marianista sino también al resto de la Iglesia. Esto hoy ha ido decayendo y ya sólo mantienen el día y la hora, pero ha perdido el Espíritu, el estilo y el cariz de misión evangelizadora comunitaria, pero podría recuperarlo porque sigue siendo demandado por los jóvenes.

Guía de estilo Marianista