Creación

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Hay un tiempo en el que el joven ha de resituarse en el mundo, descubrir el valor de la comunidad para vivir la fe más allá del grupo de amigos y constituir la suya propia. Esto puede llevar un tiempo y no es algo que pueda venir dado por una estructura cerrada si no por una comunidad acogedora que acompañe.

  • Acompañamiento – Creación [8]

    Acompañamiento – Creación [8]

    Es esencial acompañar a los nuevos grupos y comunidades, mostrándoles las ventajas de formar parte de la gran comunidad sin imponer la pertenencia. Chaminade promovía la adhesión por contagio, donde la comunidad se convierte en acompañante de los nuevos miembros. El apoyo del acompañante debe estar en el diálogo y la escucha, no en imponer… Ver contenido

  • Entorno – Creación [3]

    Entorno – Creación [3]

    Al iniciar la creación de una comunidad, es esencial brindar un ambiente acogedor y sin juicios, especialmente para aquellos jóvenes que pueden estar alejados de la fe o la Iglesia. La elección del primer acompañante es crucial para establecer un entorno de confianza donde compartir la vida y cultivar el vínculo comunitario inicial. Ver contenido

  • Visibilizar – Creación [2]

    Visibilizar – Creación [2]

    Es importante que los jóvenes tomen conciencia de la comunidad mayor desde el principio. Una estrategia podría ser combinar parte de la reunión de mi grupo con otras fraternidades de 1º año, pero debemos equilibrarlo con la necesidad de que primero se conviertan en comunidad entre ellos. Invitar a actividades que realmente vivimos por gusto,… Ver contenido

  • Vacío – Creación [2]

    Vacío – Creación [2]

    Cuando acompañamos a jóvenes en la formación de una comunidad, debemos recordar que el objetivo principal es que encuentren a Dios, no simplemente que formen parte de un grupo específico como fraternos o CEMI. Nuestro carisma debe abrirles la puerta hacia su propio encuentro con Jesús. La importancia de la comunidad en la vida plena… Ver contenido

  • Barreras – Creación [2]

    Barreras – Creación [2]

    La realidad de los jóvenes ha cambiado en las últimas décadas, por lo que no podemos esperar que se integren en las comunidades de la misma manera. Es crucial adaptar el lenguaje y las formas de comunicación para conectar con ellos. Iniciativas como Ac2ality ofrecen noticias con un enfoque fresco y accesible. La resistencia al… Ver contenido

  • Llamada – Creación [2]

    Llamada – Creación [2]

    La comunicación personalizada es fundamental al invitar a eventos o iniciativas, ya que las personas confían en otras personas, no en instituciones. Los anuncios masivos pueden perderse entre quienes no están en grupos oficiales, por lo que es crucial priorizar la comunicación directa para llegar a aquellos más interesados en nuestras propuestas. Ver contenido

  • Protagonismo – Creación [1]

    Protagonismo – Creación [1]

    Propiciar que los jóvenes elijan a su primer acompañante dentro de un grupo de personas disponibles les otorga protagonismo en la creación de su comunidad. Esto fomenta la confianza y evita que perciban al acompañante como una figura autoritaria, permitiendo una relación más auténtica y significativa en su proceso de formación y crecimiento espiritual. Ver contenido

  • Fe – Creación [1]

    Fe – Creación [1]

    La creación de una comunidad a menudo comienza con el deseo de mantener la amistad, pero rara vez con un enfoque claro en buscar a Dios juntos. Mientras las amistades están sujetas a las circunstancias de la vida, una comunidad centrada en la búsqueda de Dios siempre tendrá nuevas metas. Apelar a la experiencia de… Ver contenido

  • Signos – Creación [1]

    Signos – Creación [1]

    Hakuna ha sido un ejemplo de estar al acecho de la Providencia, creando tendencia en la música católica. Chaminade, como San Ignacio, nos enseña a usar los medios para la santificación y la salvación de las almas, sin rechazar nada que pueda ser designio de la Providencia. Ver contenido

  • Libertad – Creación [1]

    Libertad – Creación [1]

    Debemos confiar en la libertad del joven, como lo hizo Dios al crear al ser humano. Darles espacio para distanciarse, tomar decisiones y volver. Como el padre del hijo pródigo, debemos acogerlos con brazos abiertos, demostrando alegría por su retorno. Así estarán listos para formar su comunidad dentro de la Familia Marianista. Ver contenido

  • Oración – Creación [1]

    Oración – Creación [1]

    La oración emerge como centro vital en las comunidades juveniles, forjando auténtica comunión. Sin priorizar lo intelectual, la comunidad deviene en grupo sin cohesión. La formación surge tras consolidar la oración como eje, inspirada en la espiritualidad marianista y los cinco silencios de Chaminade. Ver contenido

  • Profundidad – Creación [1]

    Profundidad – Creación [1]

    En la creación de la comunidad, es crucial reconocer las distintas motivaciones y expectativas de los jóvenes y adaptar la profundidad de la oferta a sus necesidades. Es fundamental acompasar los ritmos de los miembros para construir una comunidad sólida, alentando la paciencia y la mansedumbre en unos y despertando el entusiasmo en otros hacia… Ver contenido

  • Reconocimiento – Creación [1]

    Reconocimiento – Creación [1]

    El joven, al crear su comunidad, requiere autonomía en su proceso y sentir el respeto de los mayores. El acompañamiento implica un equilibrio entre intervenir demasiado y dejarlo todo listo, requiriendo paciencia, apertura y constancia para facilitar el diálogo intergeneracional. Ver contenido

  • Apertura – Creación [1]

    Apertura – Creación [1]

    Es crucial encontrar un equilibrio entre la apertura y la identidad en las comunidades. La falta de límites puede resultar en grupos difusos sin verdadera comunidad. Es necesario establecer fronteras claras para fomentar la intimidad y confianza en la vida compartida. Ver contenido

  • Escucha – Creación [1]

    Escucha – Creación [1]

    Escuchar y comprender las necesidades de los jóvenes es fundamental para construir una comunidad auténtica. Siguiendo el ejemplo de Chaminade, debemos adaptar nuestras acciones a las necesidades del momento, buscando siempre nuevas formas de responder a sus inquietudes y deseos. Ver contenido

  • Con los grupos y comunidades que van surgiendo, a veces de manera espontánea o a veces de manera más dirigida y que no se sienten parte de algo más grande, aunque compartan su forma de proceder, convendría hacer un acompañamiento en el que se les muestren, con naturalidad, las ventajas de la gran comunidad. 

    Se trata de ampliar su perspectiva y horizonte y ayudarles a ver que no son algo distinto pero sin imponer la pertenencia y participación en dicha la comunidad.

    Así nos lo cuenta Ignacio Otaño referido a los primeros congregantes:

    “Sin prisa, sin límite de tiempo, el introductor procura hacerles ver con naturalidad las ventajas de la asociación y les pone en contacto con los socios más cualificados para inspirarles confianza. Esta etapa termina con la confesión y la comunión, que algunos reciben por primera vez” (p37)

    Hay veces que el joven, que es inquieto y tiene más interés del que nos parece, está buscando algo, pero no tiene un acompañante cerca que le oriente en su búsqueda, o el acompañante no tiene nada que ofrecer en cuanto a vida de comunidad o experiencia de fe. Por tanto, hace falta esa sed de Dios por parte del joven, pero también, tener una oferta adecuada y acompañantes que orienten hacia ella.

    Chaminade recomendaba la adhesión por contagio como forma de proselitismo y de una comunidad que se convierte en acompañante de los nuevos miembros:

    “El método de la absorción o asimilación: no hacen de la práctica religiosa una condición de admisión sino que atraen e incorporan antes de cristianizar y para cristianizar. La cristianización se realiza en el seno de la comunidad, por la influencia que la comunidad ejerce en los asociados. Es el método del contagio”. (p36-37)

    El apoyo del acompañante a la comunidad ha de estar en los contenidos, en la escucha, en el diálogo, en el compartir, pero no en organizarles las cosas como si fuera su monitor. la comunidad ha de ser autónoma, organizar sus tiempos y actividades, su logística. 

    Siempre que aparezca la figura del asesor en las primeras etapas, se podrá confundir con un monitor que dice lo que han de hacer y eso es incompatible con hacer a los jóvenes responsables del proceso. En comunidades que surgen sin asesor vemos que hacen verdaderamente lo que quieren o sienten que necesitan, no lo que les dicen que tienen que hacer. Probablemente harían lo mismo que si estuviesen en una de las ramas oficiales de la Familia, pero en este caso claramente lo han elegido y diseñado ellos y tienen de principio a fin el peso de la responsabilidad de que la comunidad se mantenga y evolucione porque no tienen la figura del asesor o acompañante.

    Muchas veces, los padres pertenecen a una comunidad laica marianista y sin embargo los hijos se resisten a heredar la fe de esa manera. Aunque hayan recibido la fe de su familia y no renieguen de ella, necesitan crear su espacio para vivir la fe a su manera entre su círculo de relación que no es su familia.

    En general nos puede el miedo a perder a los jóvenes, nos volvemos cada vez más posesivos y controladores, pero, como el padre de la parábola del hijo pródigo, debemos dejar que el joven pase por el desierto al salir del colegio con un acompañamiento relativo pero sin atosigar con grupos y actividades. Todos hemos necesitado atravesar ese desierto inicial, incluso Jesús, para enfocar nuestra vida, no podemos ahorrarles pasos en la maduración de la fe.

    De la misma forma, hay que respetar los procesos de cada persona y adaptarlos a cada realidad, no imponer un modelo sin encarnarlo. Sobre papel puede quedar muy bonito un itinerario, pero el devenir de la vida y las múltiples ofertas e impactos que recibe el joven, nos obligan a tener itinerarios abiertos y flexibles.

  • Cuando nos planteamos el momento de la creación de la comunidad, la mayoría de los jóvenes necesitan verse en un ambiente amable, abierto, informal, que no los juzga si no que los acepta como son y los escucha. Algunos de ellos pueden estar incluso alejados de la fe o de la Iglesia. Por tanto, es muy importante cuidar cómo nos acercamos a ellos y qué contexto tienen para dar esos primeros pasos.

    Según esto, acertar con el primer acompañante es clave para generar ese entorno seguro de confianza donde compartir la propia vida. Y, al compartir vida, se podrá generar el vínculo primero de la comunidad.

  • Es importante que, desde el principio, los jóvenes tomen conciencia de que hay una comunidad mayor, para eso, una estrategia podría ser la de proponer que parte de la reunión de mi pequeño grupo sea conjunta con el resto de fraternidades de 1º año y la otra sea con la pequeña comunidad. Esto hay que equilibrarlo muy bien con la necesidad, mucho mayor, de que los jóvenes se conviertan, primero, en comunidad entre ellos, cosa nada obvia y que no ocurre de forma espontánea al salir del colegio. Si los juntamos porque vienen pocos, en realidad ya estamos teniendo un problema de creación de la comunidad y mezclarlos con otra gente puede romper más aún el vínculo entre ellos.

    Por otra parte, solemos invitar a los jóvenes a un montón de cosas, como si la saturación en la oferta fuese a aumentar la probabilidad de su participación en algo. Además, muchas de las cosas que convocamos, no las vivimos nosotros mismos. Son propuestas artificiales creadas para atraer a los jóvenes, o bien que hacemos por inercia, manteniendo algo que un día funcionó pero que ha ido muriendo. En lugar de eso, deberíamos invitar a lo que hacemos y vivimos por gusto, para que el éxito no dependa de la presencia de los jóvenes si no de la presencia de Dios. No es lo mismo que el joven me vea rezar que que me vea dirigir o estar de espectador en una oración. Lo que se vive se ve y se contagia.

  • Cuando comenzamos a acompañar a un grupo de jóvenes para que se constituyan como comunidad, no debemos confundir medios con fines. Debemos atender la necesidad de Dios y recordar que lo importante no es que sean fraternos o CEMI, lo importante es cubrir la verdadera necesidad de los jóvenes de encontrarse con Dios y que sea él quien llene su vacío. Nosotros siempre les presentaremos explícitamente la puerta abierta de nuestro carisma, pero ese carisma no ha de ser impedimento ni repelente para que creen su propia comunidad donde encontrarse con Jesús.

    Ignacio Otaño cita a Juan Pablo II para hablar de la importancia de la comunidad para llevar una vida plena y con sentido:

    «En lo que respecta al sentido comunitario de los laicos, la Christifideles laici dice que: Sobre todo en un mundo secularizado, las diversas formas agregativas pueden representar para muchos una ayuda preciosa para una vida coherente con las exigencias del evangelio y para un compromiso misionero y apostólico» (Pág. 4)

  • La realidad sociocultural de los jóvenes es muy distinta a como era hace 30 o 40 años cuando se formaron las Comunidades Laicas Marianistas en distintas ciudades de España, así que no podemos esperar que las cosas sigan haciéndose igual cuando nos planteamos la incorporación de jóvenes a fraternidades o CEMI. 

    Damos por hecho que los jóvenes conocen y entienden las mismas palabras y conceptos que nosotros, pero no es así. Si mantienes una conversación con un grupo de jóvenes, verás que usas expresiones cuyo significado no comprenden ellos, y viceversa. Bajo esta reflexión, un grupo de chicas decidió poner en marcha la iniciativa Ac2ality que en 1 minuto te ofrece una noticia de actualidad contada con un lenguaje verbal y audiovisual muy diferente, evitando o explicando conceptos que en otros medios se dan por sabidos.

    Por otra parte, en palabras de Florentino Pérez: “El fútbol, que es el único deporte global que existe en el mundo, va perdiendo interés cada día, sobre todo entre los más jóvenes y si no hacemos algo, tendrá un mal futuro” Hace tiempo que pasó esto con la Iglesia y seguimos sin plantearnos un cambio radical en las formas, pero van surgiendo otras iniciativas entre jóvenes que tienen más éxito porque pueden participar.

    Si no aceptamos un cambio en las reglas del juego, los jóvenes no querrán jugar con nosotros. Un ejemplo reciente de esto lo estamos viviendo con la irrupción de la Kings League como alternativa para los jóvenes a la liga “de toda la vida”. Los jóvenes rechazan el inmovilismo que convierte a los medios en fines. Al final, lo que produce esta barrera es la indiferencia del jóven hacia las cosas del mayor y la consiguiente desconexión entre generaciones.

    Con todo esto, deberíamos plantearnos que el proceso de creación de la comunidad ha de ser diferente, con otras condiciones, con otras reglas del juego, con otro lenguaje, y que ha de venir de los propios jóvenes que se sientan más vinculados a la Familia Marianista.

  • A la hora de invitar a algo es imprescindible la llamada personal, el encuentro informal de tú a tú para contagiar la pasión por una iniciativa. La persona confía en otra persona, no en una institución o colectivo. Los anuncios colectivos, si es que sirven para alguien, será, como mucho, como recuerdo para aquellos que ya conocen el grupo y lo consideran de su confianza.

    Al hacer anuncios masivos por los canales de comunicación oficiales, que ya hemos quedado que no son lo más recomendable, no llegamos a aquellas personas que no están en ningún grupo o comunidad oficial y que, muchas veces, serán los más interesados en nuestras propuestas. En este sentido, debemos cuidar especialmente la comunicación con las personas con las que no tenemos un canal de comunicación oficial, y en todo caso, deberíamos priorizar siempre la llamada personal.

  • En la creación de la comunidad, tenemos la dinámica de asignar asesores a las nuevas comunidades que constituimos juntando a nuestra manera a los jóvenes que han mostrado algo de interés. De esta manera, los convertimos en receptores de nuestro producto, pero ¿podríamos buscar una fórmula en la que ellos pudiesen elegir, no sólo con quién se juntan sino también a su primer acompañante de entre un grupo de personas disponibles?. 

    De esta manera, son ellos los protagonistas de su comunidad, que, como en el caso del acompañamiento personal, eligen a un acompañante de confianza para que entre en sus vidas y dinámicas y es más fácil que no lo vean como el monitor o catequista que les dice lo que han de hacer.

  • En la creación de la comunidad, generalmente partimos del deseo de juntarnos con amigos, de no perder el contacto que queda atrás al salir del colegio, pero pocas veces vemos un deseo claro de juntarnos para seguir buscando a Dios, suponiendo que ya nos hubiésemos iniciado en la búsqueda en grupos o comunidades previas. 

    El caso es que el futuro de un grupo de amigos está condicionado por el desarrollo de esa amistad y las circunstancias de la vida, mientras que el futuro de una comunidad que se reúne para buscar a Dios, tendrá siempre nuevas metas para dicha búsqueda.

    En la comunidad hay que apelar a la experiencia de Dios y que sea él quien nos convoque. Todo lo demás es voluntarismo y compromiso que tiende a quemar a la gente cuando las motivaciones no están claras o no son compartidas por todos.

  • Si nos fijamos en el proceso de creación de Hakuna, desde sus primeras canciones en 2013, hasta 2024 han surgido seis discos, el penúltimo de ellos, Qaos, en septiembre de 2023, unas dos semanas después de su publicación sumaba más de 100.000 oyentes mensuales en Spotify. Dos canciones de este disco: Huracán y Un segundo, han estado en la lista de «Los más virales de España» en la plataforma de audio. En el momento de grabar este vídeo, Huracán sumaba 7.352.661 reproducciones.

    Chaminade nos pide, de alguna manera, estar al acecho de la Providencia, igual que lo estuvo Hakuna en la creación de su movimiento que no ha dudado en transitar un terreno en el que no había otros grupos de Iglesia católica, creando tendencia y siendo ahora el primero de muchos otros. Así nos cuenta Ignacio Otaño la experiencia de Chaminade en la relación con toda clase de medios al estilo de San Ignacio en su Principio y Fundamento:

    No rechazamos nada, excepto el mal y el pecado, en la elección y uso de los medios humanos, que deben servirnos únicamente para conseguir el noble y doble fin de nuestra santificación y de la salvación de las almas […] él se mantenía a la expectativa y al acecho, por decirlo así, de todo lo que pudiera manifestarse como designio de la Providencia. (Pág. 75)

  • A la hora de dar libertad, debemos fijarnos en la obra de Dios y su manera de crear libre al ser humano. Si Dios se fio de nosotros, por qué nosotros no vamos a confiar en que el corazón del joven está bien hecho y antes o después se dejará atraer por Dios. Por eso es bueno que dejemos espacio a los jóvenes para distanciarse, tomar sus decisiones y volver. Eso sí, como el padre de la parábola del hijo pródigo, debemos estar a la puerta con los brazos abiertos dispuestos a acoger y no a reprochar, demostrando con hechos que nos alegra su vuelta. Entonces estarán preparados para crear su comunidad dentro de la Familia Marianista

  • Durante mucho tiempo, la oración no ha sido el centro en las comunidades de jóvenes que poníamos en marcha. Probablemente porque tampoco era el centro en nuestras comunidades o vivencia personal de la fe. Sin embargo, vemos una creciente demanda de oración y silencio en los jóvenes, hasta el punto de que se organizan entre ellos para quedar a rezar todas las semanas y de ese encuentro semanal, se constituyen en comunidad, cuando han compartido su fe y su experiencia de Dios. 

    En cambio, si en la creación de la comunidad ponemos el foco en lo intelectual, o anteponemos la misión de cada uno a la comunidad, esta, nunca pasará de ser un grupo de amigos o conocidos e irá desapareciendo conforme cambien las circunstancias personales de sus miembros.

    Así, vemos hoy comunidades de jóvenes que pueden llevar ocho o diez años, que siguen sin sentirse vinculados como comunidad y que siguen sin rezar juntos, más que una vez al trimestre o cosas así. Estos no han superado la fase de creación de la comunidad, son un grupo de fe que no reza.

    En todo esto, la formación vendrá después de que la oración sea lo que convoca. Además, desde la oración se puede formar en la espiritualidad marianista.

    El silencio que los jóvenes demandan puede ir muy bien orientado con el método de los cinco silencios de Chaminade y la oración sobre el Credo para ocupar la mente y el corazón con Dios.

    Reforzando esta idea, recojo uno de los elementos que ofrecía Simler al hablar del espíritu interior que pedía Chaminade a los religiosos, y que es válido para cualquier marianista. 

    «Insistirá en la meditación de fe y en la oración sobre el Credo posibles para que Dios ocupe la mente y el corazón del apóstol.» (Pág. 73)

  • El momento de la creación de la comunidad es delicado puesto que se juntan jóvenes aparentemente similares en intereses y edad. Sin embargo, observamos que, en la práctica, ya hay distintas motivaciones y expectativas, o deseo de construir algo o de dejarse llevar.

    En este sentido, hay que cuidar el nivel de profundidad de lo que les ofrecemos y pedimos, pero sabiendo acompasar los ritmos de los distintos miembros, para que puedan llegar a constituir la comunidad. Al que demanda más igual hay que pedirle paciencia y mansedumbre, contar más con él y enseñarle a tirar del grupo sin romperlo y al que no sabe ni por qué está en este grupo, ayudarle a dejarse entusiasmar por el espíritu de los primeros. Y, a todos ellos, animarles a hacer un camino de profundización personal en la oración para que sea Dios el motivo de sus encuentros y no los intereses personales o el reencontrarse con los amigos del colegio para filosofar.

    Si en lugar de eso pretendemos esperar a que todo el mundo tenga el mismo nivel de compromiso para arrancar, los que querían una mayor intensidad la buscarán fuera, y los otros, que no querían nada, estarán encantados de tener esa nada dentro del grupo, con lo que, como muy tarde en exámenes, el grupo se disolverá.

  • Cuando el joven está creando su propio grupo y futura comunidad, necesita ser dueño de su proceso y sentir que los mayores respetan ese proceso para poder hacer el diálogo intergeneracional.

    Entre no hacer nada y darlo todo hecho, está el delicado equilibrio del acompañamiento, que exige paciencia, apertura y constancia.

  • Nos da miedo generar comunidades cerradas en sí mismas y es normal. Debemos ser abiertos y acogedores como marca nuestro carisma, pero hay un equilibrio que no acabamos de lograr. A veces las comunidades demasiado abiertas son en realidad grupos sin identidad donde no percibimos el contorno de dicha comunidad porque no existe. No sabemos quién pertenece y quién no o qué supone la pertenencia y no se llega a generar un clima de intimidad y confianza donde compartir la fe y la vida, porque, ni siquiera sé quién forma parte realmente del grupo, con lo que no llega a ser una verdadera comunidad.

    Compartiendo oración con diferentes comunidades, en algunas, aunque sea muy bien recibido, me siento un poco intruso, porque es palpable la intimidad que existe entre sus miembros y cómo mi presencia, aunque sea conocido y apreciado, la distorsiona. En cambio, en otros grupos de oración, mi presencia o ausencia, como la de otros miembros, es totalmente arbitraria y la profundidad de mi participación como la de otros, es muy diferente.

    Con todo esto, si queremos que se consoliden nuevas comunidades, debemos construir muy bien el contorno de la comunidad y decidir cuándo abrir y cuándo cerrar la puerta y saber quién está dentro y quién fuera.

  • En ingeniería, el diseño de un producto responde a una necesidad del cliente. Sin embargo, cuando diseñamos productos que nadie ha demandado, o generamos esa necesidad a posteriori pervirtiendo la finalidad del marketing, o simplemente fracasamos en nuestra propuesta. Por eso, es muy importante escuchar y entender la necesidad de los jóvenes en cuanto a la creación de su comunidad y, a partir de ahí, ayudarles a construir una nueva realidad que responda adecuadamente a esa necesidad, porque se trata de crear su comunidad, no de amoldarse a una comunidad ya creada según una plantilla ideal.

    Nuestro máximo referente de escucha y adaptación es, sin duda, el propio Cahminade. Ignacio Otaño nos habla así de su forma de entender la adaptación:

    «Es necesario que el médico adapte sus remedios a las necesidades y al temperamento del enfermo. La actual enfermedad de los espíritus es de tal naturaleza que sólo se puede tratar su curación siguiendo un camino nuevo […] Le gustaba comparar su camino al de un riachuelo apacible que, cuando encuentra un obstáculo, no se obstina en superarlo. Es el propio obstáculo el que, al detener el riachuelo, lo hace crecer y aumentar hasta tal punto que pronto se eleva por encima de su nivel, lo supera, lo desborda y sigue su curso”. (Pág. 34-35)

    Sin embargo, muchas veces cuesta saber lo que piensan y sienten de verdad por distintas barreras, por falta de confianza en el acompañante, o entre miembros del grupo, o, a veces, porque ellos mismos tampoco lo saben. Como en el ejemplo del médico, hay que ir observando síntomas y planteando hipótesis hasta acertar.

    El concepto de participación del cristiano en la Iglesia está, muchas veces, reducido a la asistencia a la misa dominical o a charlas formativas, y, hacer participar al joven de algo en lo que sólo puede estar callado mirando durante una hora es impensable. 

    Los jóvenes están acostumbrados a formatos muy participativos, lo que ahora arranca en la Iglesia como sinodalidad, los jóvenes lo practican como una especie de democracia en Twitch donde entre todos deciden y participan en una serie de cosas de lo que hace el streamer. Para ellos, es impensable ser espectadores pasivos, aunque, de hecho, pasen las horas, más que nunca, viendo a influencers hablar. Sin embargo, en ese ejercicio de escucha, tienen la potestad de interactuar, tomar decisiones, elegir cuando se van. Por eso, no podemos crear grupos basados en la escucha pasiva de un formador, modelo que, además, ya sufren en la universidad.

    En la creación de la comunidad debemos ponernos a su servicio, arrodillarnos ante el joven. Pero no con las manos vacías, sino cargadas de propuestas que vienen de la experiencia, dispuestos a desecharlas todas si ninguna encaja con lo que están buscando. La participación que tiene un joven en redes con respecto a los influencers es muy poca, sin embargo la perciben como un gran gesto de escucha. Y cuando el joven se siente escuchado, se siente protagonista, aunque en el fondo no lo sea tanto.

Guía de estilo Marianista