La educación de la sensibilidad en el contacto con el mundo y por tanto con el prójimo es importante para transformar la sociedad y adquirir la mirada de Dios y sin embargo no está o ha estado en nuestros itinerarios formativos.

Así mismo, habría que enseñar a mostrar y vivir el dolor, pues muchas veces nos mostramos como pueblo indolente. Antiguamente el arte del duelo era una habilidad que tenía que aprenderse, no se daba por hecho que la gente fuera capaz de expresar las emociones y sentir. Por eso, aprender a darle forma al lamento en el momento concreto en que hace falta y gestionar el dolor como forma de emplear las emociones para avanzar, resulta muy necesario también hoy, pues hemos sepultado el tema del dolor y el sufrimiento.

Jesús vivía las cosas sin ocultar las emociones y los vínculos que esto genera. Por eso, debemos reeducar todo el mundo afectivo en aquellos casos en los que es un impedimento para relacionarnos abierta y profundamente con los demás. La persona evitativa tiene miedo a los afectos y el ansioso duda de ellos. Crear vínculos es crear una afectividad estable.

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