En general, si preguntamos a nuestros jóvenes, falta vida en nuestras Eucaristías, por tradición tenemos unas celebraciones muy poco expresivas, con poca implicación del cuerpo donde reinan las caras largas y miradas perdidas, con cantos lentos, del siglo pasado y arrastrando las palabras. 

Mientras, otros movimientos cristianos, sobre todo evangélicos, tienen formatos más alegres que te hacen sentir partícipe y activo involucrando otros sentidos, generando un ambiente en el que se palpa la alegría y se percibe el Espíritu en esa alegría.

Esta expresión de los afectos es cada vez más demandada y, aunque nos pueda resultar chocante dentro de nuestra cultura o historia personal, debemos darle un espacio en lo que hacemos para que se haga patente la alegría de la Buena Noticia en nuestras celebraciones y encuentros.

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