Una clave fundamental en las actividades de impacto, y que vemos en otros grupos, es trabajar con el fervor de los participantes. Cuando vivimos intensamente una actividad creamos una serie de vínculos temporales que irán desapareciendo en los días sucesivos si no hay ningún otro estímulo, por eso, es importante aprovechar la ola de emociones cuando se produce y plantear nuevas propuestas cuando existe ese vínculo que nos hace significativos y confiables para los jóvenes en nuestras propuestas. 

Así, al final de una actividad podemos lanzar la siguiente, o sembrar la semilla de algo nuevo que pueda nacer en el grupo como ocurrió con el nacimiento de Hakuna, a la vuelta de una Jornada Mundial de la Juventud de 2013 en Río.

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