En nuestras actividades especiales, también debemos hacer un esfuerzo por recuperar el valor de lo sagrado, marcando los signos y los tiempos, los espacios y los momentos de encuentro con Dios, haciéndolos explícitos, aunque nos parezca que los jóvenes que acuden, no están preparados para esa intensidad. 

Tal vez otros jóvenes con una tradición y formación más estricta y centrada en las formas, son capaces de tener un encuentro con Dios más profundo porque han recibido las herramientas para ello. Si nosotros no damos nunca esta posibilidad, los jóvenes que se acerquen a la fe por nuestro carisma, nunca tendrán herramientas para llegar a ese encuentro profundo con Dios.

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