Una buena forma de estrechar lazos haciendo cosas juntos puede ser, contar con jóvenes que acaban de salir del colegio, por ejemplo, para dar catequesis de confirmación, combinando a un joven con alguien más mayor. O, en unos ejercicios del colegio, apoyarse en algunos jóvenes que acompañen la experiencia junto a los profesores. Lo mismo entre alumnos mayores con más pequeños. El objetivo es conseguir referentes más cercanos a los destinatarios e ir regenerando el vínculo entre generaciones. Es decir, adoptar el modelo, que está en los orígenes de nuestra pedagogía, de jóvenes acompañando a jóvenes, con gente más mayor que apoye a los jóvenes y le de más hondura a las reuniones.
La fe no se da, sólo se puede despertar, por eso, hay que crear contextos, dinámicas, y entornos seguros. Es decir: comunidades de iguales, que posibiliten el despertar de la fe. Un lugar privilegiado de encuentro con Dios es el prójimo, “el otro” se puede convertir en mensajero de Dios, para mí.

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