La presencia de acompañantes sensibles a los temas de fe es significativa para los participantes. Sin embargo, en nuestros colegios, aunque el personal está obligado a respetar el ideario y seguirlo, no tienen por qué compartir la fe o la sensibilidad religiosa de nuestro carisma. Por eso, nos encontramos cada vez con más dificultades para que profesores y PAS sean testigos de la fe y buenos acompañantes en este sentido. 

Por otra parte, dentro de fraternidades y CEMI, hay laicos comprometidos que, teniendo otras ocupaciones profesionales, pueden ejercer la misión de acompañar a los jóvenes en los colegios, no sólo dando catequesis, sino también, apoyando y dando testimonio en ejercicios, en encuentros especiales, convocando oraciones, con dinámicas de acompañamiento personal, etc. Esto muestra un horizonte más rico para el alumno y suple la carencia que podemos encontrar en el personal contratado de los colegios, además de implicar y devolver el protagonismo a los laicos marianistas en la misión que les dio Chaminade: la propagación de la fe a través de los jóvenes.

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