Muchas veces no nos sentimos preparados, cómodos o con tiempo, para acompañar una actividad especial como pueda ser una pascua, un camino de Santiago, ir a Taizé, o cualquier otra. Pensamos que eso es para gente más jóven, o con un talante o dones diferentes a los míos. Sin embargo, hay otra forma de implicarse mucho más importante en la que no creemos lo suficiente: la oración.
Otros grupos de Iglesia creen sinceramente en el poder de la oración de intercesión y destinan a gente especialmente a rezar por la actividad. Nosotros, en el fondo, no lo hacemos porque nos creemos que las cosas dependen de nosotros, de nuestro esfuerzo y de lo que hayamos preparado, y que eso de rezar por las cosas, es el consuelo del que no trabaja o ha perdido toda esperanza en otros medios. Pero, cuando cambiemos esa mentalidad y nos pongamos sinceramente en oración, como comunidad, por las personas que viven la actividad y lo que Dios pueda hacer en ellas, veremos otros resultados. Esto no es pedirle a Dios que me apruebe el examen o que gane mi equipo de fútbol, esto es otra cosa.

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