Oración para pedir la fuerza para acoger a los jóvenes

En el siguiente audio tienes la oración completa para hacerla personalmente. A continuación tienes todo el texto por si prefieres seguirlo escrito.

En este momento de oración, podemos pensar en nuestra tarea pastoral como una misión que hemos recibido de Dios y no que me he construido yo mismo o que se realiza según mis planes sino según los suyos. Además, podemos ver el estilo que emplea Dios con nosotros.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo

Escuchamos a Mateo

La generación de Jesucristo fue de esta manera: María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo. José, su esposo, como era justo y no quería difamarla, decidió repudiarla en privado. Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo: «José, hijo de David, no temas acoger a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados». Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que había dicho el Señor por medio del profeta: «Mirad: la virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrán por nombre Enmanuel, que significa “Dios-con-nosotros”». Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor y acogió a su mujer. Y sin haberla conocido, ella dio a luz un hijo al que puso por nombre Jesús.

Mateo 1:18-25

Te invito a mirar la escena considerando que María es la primera joven, que José es mayor que ella y varón, con lo cual tenía la autoridad, la sabiduría y la ley, sin embargo, no es él quien decide, él es quien acoge a aquella a la que ha elegido Dios para su obra de encarnarse en el mundo. Y es una obra que no se realiza en solitario sino en comunidad, en Familia.

Observa algo más: El estilo de Dios tanto con María como con José es propositivo, no les dice lo que tienen que hacer, les dice que no han de tener miedo de hacerlo: “no temas acoger a María”

José asume la misión de Acoger, Custodiar y Alimentar a Jesús y a María, de trabajar con y para la joven María, sin entender y contra su plan inicial, pero con fe. Nosotros, como Chaminade, queremos ocupar el lugar de José en esta ecuación.

Canción «Arde»

Arde, con fuerza en este frío
Con todo el alma en vilo
Buscando una razón

Tiemblan los muros de esta celda
Que no pueden ni intentan
Contener su corazón

Brazos, cerrándose en abrazos
De un Padre que dio tanto
De un Hijo que murió

Lloran, Reyes y tronos lloran
Ante un hombre en la sombra
Rezándole a su Dios

La mira, y al verla el mundo gira
Y en un sólo segundo
Al cielo estremeció

Besa, donde ella pisa él besa
Secándose las lágrimas
Al pedirle perdón

Alza, un paso al firme al alba
Ejércitos se apartan
Ante su convicción

Siente, el peso que le viene
Pero nada detiene
Su sencilla decisión

Duerme, tranquilo el niño duerme
Sufre porque no puede
Darle algo mejor

Calla, y en el silencio grita
Se le traspasa el alma
Sufre su condición

Un te quiero mudo en un silencio acogedor
Un humilde carpintero duerme en brazos a su Dios
Un te quiero mudo en un silencio acogedor
Un humilde carpintero mira a los ojos a Dios

Sonríe, tranquilo al fin sonríe
Y en un último aliento hizo llorar a Dios

Un te quiero mudo en un silencio acogedor
Un humilde carpintero duerme en brazos a su Dios
Un te quiero mudo en un silencio acogedor
Un humilde carpintero mira a los ojos a dios

Hakuna

Espíritu Santo, da a nuestros acompañantes y a nosotros un corazón humilde como el de José, nacido de nuevo, capaz de renunciar a sus convicciones y acoger a la joven María, para traer a Jesús al mundo.

Termina rezando con el Magníficat: 

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humildad de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes en mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación.

Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.

Amén.