Fijándonos en el ámbito escolar, una vez salimos del colegio, debemos evolucionar de la relación profesor-alumno, a una relación de igual a igual. Si el que ha sido profesor mío pretende verme toda la vida como su alumno y no como un adulto miembro de su misma comunidad, nunca podrá haber diálogo entre esas dos generaciones.
Esta evolución en el reconocimiento se debe ir dando en los últimos cursos, sin desdibujar, claro está, la separación que ha de haber entre profesor y alumno, pero mostrando al alumno que comienza a caminar hacia una identidad nueva, que es reconocido por los adultos como adulto y que empieza a adquirir unas responsabilidades. Esto también hay que educarlo en la escuela, no se puede suponer que ocurrirá de manera espontánea al abandonar el colegio.

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