A los jóvenes les motiva mucho ser ellos los que organicen las actividades, las sienten más suyas, motivan a otros a participar y facilitan mucho el desarrollo de la actividad. Sin duda esa responsabilidad les hace crecer.
Este deseo de preparación de las actividades hay que equilibrarlo con un plan concreto, unos contenidos de calidad y un itinerario, así como con la importancia de que no dejen de ser ellos, los jóvenes, los destinatarios de la actividad. Para eso, será bueno delegar aquellas partes que puedan asumir y hacer este trabajo con jóvenes con algo más de recorrido que ya hayan vivido otras actividades sin cargar con la responsabilidad.
En este sentido, lo mejor será contar con un grupo de acompañantes con algo más de recorrido que, además de dar testimonio de su fe, asuman la responsabilidad de la actividad, tanto en su preparación como en su puesta en práctica y que poco a poco, algunos jóvenes se vayan incorporando a esta bolsa de acompañantes en la medida en que vayan viviendo este tipo de actividades.

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