Acompañantes

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El acompañante es un testigo de la fe, un comunicador de vida y carisma, por eso, necesitamos contar con acompañantes carismáticos, buenos pedagogos, capaces de vivir una actividad a la vez que la dirigen y tener la formación adecuada para la tarea a la que han sido llamados.

  • Acompañantes – Madeleine [4]

    Acompañantes – Madeleine [4]

    La elección del liderazgo en la comunidad de fe es crucial. Los líderes evangélicos, carismáticos y comunicativos, ofrecen lecciones sobre la importancia de la preparación y el uso adecuado de los medios. La homilía requiere interlocutores capaces de transmitir el Evangelio con claridad y pasión, sin depender exclusivamente de los sacerdotes carismáticos. Ver contenido

  • Acompañantes – CLM [2]

    Acompañantes – CLM [2]

    En nuestro carisma, los laicos son los primeros acompañantes de otros. La misión genuina implica estar en colegios, ofreciendo apoyo en ejercicios, acompañamiento personal y colaboración en actividades. Esto no solo fortalece nuestra Familia, sino que difunde las fraternidades o CEMI. Ver contenido

  • Acompañantes – Escolar [2]

    Acompañantes – Escolar [2]

    El acompañante marca la experiencia en el camino de fe. Debe reflejar el carisma marianista y ser un testigo auténtico, no solo un catequista. Reconozcamos la realidad: muchos educadores no tienen un bagaje cristiano maduro. ¿Estamos adaptándonos a esta nueva realidad? Ver contenido

  • Acompañantes – Impacto [2]

    Acompañantes – Impacto [2]

    Los influencers son los nuevos predicadores para los jóvenes. Su estilo, lenguaje y plataformas inspiran cómo conectar con ellos. En experiencias de impacto, necesitamos acompañantes auténticos, tocados por Dios, ofreciendo testimonios naturales para brindar referentes alternativos. Ver contenido

  • Acompañantes – Familia [2]

    Acompañantes – Familia [2]

    El acompañamiento personal requiere cercanía y distancia adecuadas. Debemos encontrar acompañantes capaces de abordar temas difíciles con empatía y formación. Colocar a personas no motivadas o sin formación en este papel solo agrava las heridas y los fracasos. Ver contenido

  • Acompañantes – Iniciación [2]

    Acompañantes – Iniciación [2]

    Para una comunidad en formación, romper la dependencia afectiva del acompañante actual es crucial. La capacidad de adaptarse a nuevos líderes marca la consolidación. El documento «57 buenas prácticas en parroquias» resalta la importancia de líderes formados y corresponsables en la transformación parroquial. Ver contenido

  • La elección de las personas es fundamental, por eso, hay que elegir muy bien al equipo que lidere la comunidad de fe. Observando distintos ejemplos, se percibe cómo las personas al mando de la comunidad la condicionan enormemente, por su autoridad reconocida, por la relación entre ellas, por su dedicación y vinculación con el proyecto.

    Mirando los líderes de grupos evangélicos, encontramos el ejemplo de gente muy carismática, jóven, atractiva y que comunica de una manera concreta y muy estudiada para remover a la gente. Nada queda al azar. Sus charlas motivadoras mezclan lo cómico, el teatro y la exaltación, con mensajes cortos y sencillos que transmiten la pasión y fuerza del animador. Sin llegar a hacer algo fingido, deberíamos revisar si las personas encargadas de hablar a la comunidad están preparadas, y emplean los medios adecuados, para ser buenos comunicadores.

    Si pensamos en la figura del sacerdote como acompañante en la Eucaristía de la comunidad de fe, vemos que su papel, especialmente en la homilía, es demasiado importante como para que aceptemos cualquier cosa simplemente porque no hay otro disponible, o porque si no lo hace tal persona se va a sentir apartada. 

    Todos hemos percibido diferencias demasiado grandes para unas mismas lecturas en función del celebrante, pero el mensaje del Evangelio necesita un interlocutor capaz de transmitir buena noticia, en un lenguaje comprensible y que remueva por dentro. No podemos seguir obviando esto porque haya escasez de sacerdotes.

    De la misma forma, no podemos generar dependencia en una serie de curas carismáticos. Hemos de conseguir que la Eucaristía no dependa de eso y la única forma es dar más peso a los laicos, también en la homilía, porque la realidad es que los curas que tenemos son los que son y no van a aumentar, al menos en los próximos 20 años, pero sí que van a disminuir en número y en facultades en los próximos 10 años.

  • En  nuestro carisma, los laicos son los primeros acompañantes de otros laicos, por eso, hacerse presentes en los colegios aportando lo que pueda cada uno, no sólo es nuestra misión genuina, sino que es también la mejor forma de crecer como Familia y de dar a conocer lo que son las fraternidades o CEMI. Estas aportaciones pueden ser: acompañar ejercicios, acompañamiento personal a alumnos, a monitores, o incluso a profesores, colaborar en la cocina de campamentos o cosas similares.

  • Hablando con los jóvenes vemos claro cómo el acompañante condiciona positiva o negativamente la experiencia futura en el itinerario de fe. Los propios jóvenes hablan de cómo se han sentido vinculados e interpelados o todo lo contrario. No vale cualquier persona, tiene que ser alguien que viva la fe según el carisma marianista, alguien cercano a su realidad y, sin duda, movido por el Espíritu. Pensemos que se trata de un referente, un testigo, no un mero agente externo o un catequista tradicional.

    Al mismo tiempo que conocemos el ideal, deberíamos ser sinceros y asumir que, actualmente, la mayoría de nuestros educadores, no vienen con un bagaje cristiano maduro, o directamente no son cristianos y, por otro lado, no suelen tener un proyecto de vida asentado. Nos hacemos trampas si continuamos haciéndolo todo como si esta realidad no existiera. Además, esta realidad no es fruto de un mal proceso de selección de personal en nuestros colegios, sino reflejo del panorama actual de la sociedad. 

    En todo caso, si lo comparamos honradamente con otras épocas, incluso con cuando todo el claustro lo componían religiosos, no sé si podríamos asegurar que estuviesen más preparados para llevar una oración como las que pedimos ahora, ni que se trabajase tanto la pastoral.

  • Hace tiempo que los influencers son los nuevos predicadores, los referentes para los jóvenes. Su forma de expresión, su lenguaje, el medio que emplean (plataformas de streaming en primera persona) nos tienen que inspirar para conectar con ellos. Los jóvenes están acostumbrados a que una persona les narre algo que está haciendo y lo vaya comentando tal y como lo va viviendo.

    La vida atrae, remueve, sirve de referente, aunque sea una vida fingida o apoyada en el comentario de un juego de ordenador, por eso, en las experiencias de impacto, debemos contar con acompañantes especialmente tocados por Dios o que viven la vida desde Dios para que den su testimonio con naturalidad y frescura, de manera espontánea, no forzada, para ofrecer referentes alternativos a los del mundo.

  • Hablando con jóvenes vemos como hay ciertas barreras psicológicas cuando pensamos en el acompañamiento personal. Este acompañamiento lo puede y debe hacer alguien cercano al acompañado, pero sin perder la distancia necesaria para esta dinámica. Sin embargo, ahora mismo parece que dicha distancia con religiosos o gente mayor, es demasiado grande como para hablar de ciertos temas. Debemos encontrar acompañantes capaces de ser más cercanos por edad o talante para abordar aquellos temas en los que necesitan ser acompañados.

    Muchas veces asumimos responsabilidades por compromiso, para mantener el barco a flote y no sentirnos responsables de su fracaso. Esto nunca sale bien a la larga y menos si se trata de hacer acompañamiento personal y ponemos a gente que no está motivada, ni formada, ni llamada a este ministerio. Entonces, en lugar de mantener las cosas a flote, ahonda en la herida y el fracaso se hace mayor.

  • Cuando una comunidad está iniciando su andadura, generalmente falta visión de conjunto, conocer más cosas y salir de la burbuja de su acompañante actual generando una gran dependencia afectiva. Para conocer la consolidación de una comunidad, es bueno hacerse la pregunta de ¿qué pasará cuando tengan que cambiar de acompañante? Si son capaces de hacer este cambio es que han completado la fase de creación y ya son una comunidad.

    En el documento de “57 buenas prácticas en parroquias” que cito en varios de estos vídeos, encontramos una serie de puntos que inciden también en la necesidad de contar con buenos líderes y acompañantes.

    8. Hay un equipo que ha hecho suya la visión, se ha formado y gestiona junto al párroco, de forma corresponsable, la transformación de la parroquia. 

    27a. La parroquia cuenta con un equipo de líderes laicos y/o religiosos, con el párroco, que están formados para acompañar en el proceso de discipulado y se encargan de su organización.

Guía de estilo Marianista