Apasionar

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Un hijo puede llegar a hacerse del equipo de fútbol de su padre sólo por cómo le ve animarlo y vivirlo. La fe y los valores cristianos se contagian, no se explican ni se justifican. ¿Son cristianos apasionados los que trabajan en primera línea con los jóvenes?

  • Apasionar – Escolar [2]

    Apasionar – Escolar [2]

    Para atraer a los jóvenes, no es necesario rebajar el nivel de nuestras actividades, sino transmitir pasión y entusiasmo en lo que les ofrecemos. Los jóvenes prefieren encuentros intensos y con contenido significativo. Es como preferir a un profesor apasionado por su materia sobre uno que apenas muestra interés. En nuestras actividades, debemos poner vida… Ver contenido

  • Apasionar – Madeleine [1]

    Apasionar – Madeleine [1]

    Para hacer crecer una comunidad de fe, es esencial formar equipos con personas apasionadas y guiadas por el Espíritu, no simplemente representantes institucionales. El enfoque debe estar en la vida y el entusiasmo, no en la política y la estrategia, aunque la representación de todos los grupos pueda ser beneficiosa. Ver contenido

  • Apasionar – Impacto [1]

    Apasionar – Impacto [1]

    Los jóvenes que participan en actividades de impacto a menudo enfrentan un intenso ruido interior. Buscan experiencias intensas pero pueden carecer de una comunidad de apoyo. Por eso, nuestras propuestas deben centrarse en emociones y contenidos simples, para conectar con sus intereses y luego profundizar en el camino de crecimiento. Ver contenido

  • Apasionar – VR [1]

    Apasionar – VR [1]

    Transmitir nuestra fe no debería ser imponer mandatos, sino seducir con pasión y autenticidad. Jesús enseñó con autoridad y atrajo a través de valores que inspiran. Debemos mostrar la pasión y la alegría en nuestra entrega a la misión, los votos, la oración y la vida comunitaria, para seducir a otros con nuestro ejemplo. Ver contenido

  • Nos da miedo espantar a los jóvenes, por eso caemos en la tentación de rebajar el nivel de todo lo que hacemos o hacerlo todo libre o a su elección, para que los jóvenes lo acojan mejor. Pero, para enganchar a los chicos, lo importante no es que el contenido sea “light”, lo importante es que al acompañante le apasione lo que les cuenta y sea capaz de contagiar ese entusiasmo. 

    Hablando con grupos de jóvenes llegan a decir que prefieren reuniones más intensas, con más contenido, antes que estar hablando cada semana de cómo les ha ido el fin de semana. Si lo pensamos en clave de profesores, al final todo el mundo prefiere al que ama su asignatura, aunque sea el más exigente y el que dé más materia antes que al colega que nunca sabes de qué va a hablar y cuestiona la importancia del temario.

    En la misma clave de apasionar en lo que hacemos, podemos fijarnos en cómo presentamos las actividades, la actitud y el interés que les ponemos, si ponemos vida o sólo leemos fichas. Esto es más exagerado cuando se trata de oraciones y celebraciones en que conviene dirigirlas de forma pausada y apasionada, sin sobreactuar, desde luego, pero para contagiar más que para dirigir.

  • Para poner en marcha y hacer crecer cualquier iniciativa, pero especialmente una comunidad de fe, es necesario hacer equipos con gente apasionada, movida por el Espíritu, y no por representantes institucionales de los grupos o áreas para cumplir cuotas. Si además de estar movidos por el Espíritu están representados todos los grupos, mejor pero en este orden, no en el otro, porque lo que han de contagiar es vida y entusiasmo, no política y estrategia.

  • Los jóvenes que participan en actividades de impacto pueden tener mucho ruido interior, acuden en busca de actividades especiales para sentir cosas y vivir experiencias intensas, y, muchas veces, no tienen una comunidad o un contexto en el que apoyarse o hacer un camino de crecimiento. 

    Por eso, nuestras propuestas, a veces, podrían resultarles muy pesadas o alejadas porque se dirigen a un público con más recorrido. En este tipo de encuentros, debemos movernos en el terreno de las emociones y los contenidos sencillos muy centrados en sus intereses inmediatos para navegar dentro de ese ruido interior de sus pasiones y, en un proceso posterior, dar más profundidad a lo vivido.

  • A la hora de transmitir lo que hacemos, debemos evitar que se convierta en mandato lo que debería ser seducción, de lo contrario somos fariseos poniendo normas para el encuentro con Dios.

    Vemos en el Evangelio que Jesús seduce porque enseña con autoridad y porque hay valores que en sí mismos atraen. Nosotros nos movemos en ese mismo terreno, pero lo hemos convertido todo en regla y lo vivimos como norma. Sin embargo, la entrega a los demás en la misión, los votos, la vida de oración o la vida en comunidad son cosas rompedoras y apasionantes que pueden seducir a cualquiera que nos vea apasionados por ello, en lugar de resignados, agobiados o desmotivados.

Guía de estilo Marianista