Iguales

4 elementos disponibles

El salto generacional es cada vez mayor y no sólo por la diferencia de edad. Es importante reconstruir el puente humano que nos permita transmitir la fe de una manera natural, entre iguales o semejantes que sean referentes válidos, que hablen el mismo lenguaje y compartan la misma cultura.

  • Iguales – Impacto [4]

    Iguales – Impacto [4]

    El testimonio de los jóvenes entre sí es poderoso en el primer anuncio. Chaminade promovía la educación entre iguales, donde un buen consejo o una conversación religiosa fortalecían la virtud de un joven. Es crucial empoderar a los laicos para propagar el Evangelio, ofreciendo modelos repetibles tipo franquicia, como los movimientos de renovación carismática, que… Ver contenido

  • Iguales – Escolar [2]

    Iguales – Escolar [2]

    Una forma efectiva de fortalecer los lazos entre generaciones es involucrar a jóvenes recién salidos del colegio en actividades como la catequesis de confirmación o acompañamiento en ejercicios escolares, junto a personas mayores. Esto recupera el modelo original de jóvenes guiando a jóvenes, con el respaldo de adultos que aportan profundidad a las interacciones. La… Ver contenido

  • Iguales – Madeleine [2]

    Iguales – Madeleine [2]

    En encuentros de oración intergeneracionales, es beneficioso que la dirección de la oración la asuman los laicos para evitar que parezca que solo actúan como último recurso. Además, al emplear un lenguaje y sensibilidad más cercanos a los laicos, se promueve una experiencia de fe más compartida. En la celebración eucarística, sentar a los jóvenes… Ver contenido

  • Iguales – CLM [1]

    Iguales – CLM [1]

    Nuestro estilo inicial reflejaba una asamblea abierta al público dominical, donde los laicos tomaban la palabra, semejante a las reuniones protestantes. El énfasis estaba en el laico como predicador, utilizando su lenguaje y medios de comunicación para atraer la atención de otros laicos. Ver contenido

  • Las actividades de impacto son momentos especiales de primer anuncio y esto es algo que todo el mundo puede hacer, no hace falta formación, hace falta valor y experiencia de Dios. En este sentido, el testimonio de un joven a otro joven es lo más potente.

    Por eso hay que animar a los jóvenes a ser testigos. El testimonio de los iguales transforma y empodera mientras que las charlas de gurús o santos, invalidan y rompen la autoestima por interpretarse como lejanos a mi realidad o inalcanzables.

    Así nos habla Ignacio Otaño de cómo concebía Chaminade este modelo de educación entre iguales y referentes bien preparados.

    «Lo que un joven dice a su amigo a menudo queda más grabado en su corazón que las exhortaciones más apremiantes de los predicadores; un buen consejo, una conversación religiosa, una advertencia hecha oportuna y familiarmente, fortalecen a veces la virtud vacilante de un joven».(Pág. 50) El P. Chaminade quería el apostolado del compañero con el compañero, del igual con el igual. (Pág. 58) «No cabe duda de que la mayor parte de los dirigentes y de las dirigentes de la congregación pertenecían a una élite organizada, cuya existencia ignoraba la masa de congregantes, y que Chaminade había concebido su fórmula masa-élite desde su vuelta de España». (Pág. 58)

    Para lograr la participación de los jóvenes con hondura y calidad, puede ser oportuno ofrecer modelos repetibles tipo franquicia. Esto empodera a los laicos para que propaguen el Evangelio. Por contra, el modelo libre centrado en religiosos creativos, hace que la evangelización esté sólo en manos de unos pocos líderes carismáticos. En este sentido, los movimientos de renovación carismática, con sus retiros cerrados llevados por laicos, son un buen ejemplo de empoderamiento del laico y de multiplicación de cristianos: Cursillos de cristiandad, Retiros Emaús, Effetá, Cursos Alpha, etc.

  • Una buena forma de estrechar lazos haciendo cosas juntos puede ser, contar con jóvenes que acaban de salir del colegio, por ejemplo, para dar catequesis de confirmación, combinando a un joven con alguien más mayor. O, en unos ejercicios del colegio, apoyarse en algunos jóvenes que acompañen la experiencia junto a los profesores. Lo mismo entre alumnos mayores con más pequeños. El objetivo es conseguir referentes más cercanos a los destinatarios e ir regenerando el vínculo entre generaciones. Es decir, adoptar el modelo, que está en los orígenes de nuestra pedagogía, de jóvenes acompañando a jóvenes, con gente más mayor que apoye a los jóvenes y le de más hondura a las reuniones.

    La fe no se da, sólo se puede despertar, por eso, hay que crear contextos, dinámicas, y entornos seguros. Es decir: comunidades de iguales, que posibiliten el despertar de la fe. Un lugar privilegiado de encuentro con Dios es el prójimo, “el otro” se puede convertir en mensajero de Dios, para mí.

  • En encuentros de oración donde hay laicos, religiosos y sacerdotes, es muy bueno que dicha oración la dirijan los laicos, de lo contrario, parecerá que el laico es el que actúa como último recurso cuando no hay un religioso o sacerdote disponible. Por otro lado, es de esperar que el laico emplee un lenguaje y una sensibilidad más cercana al resto de laicos que tienen una experiencia de fe más similar entre ellos que con el religioso.

    Culturalmente la celebración de la eucaristía marca mucho la distancia y el protagonismo del sacerdote. Frente a esto, una forma de reducir esa distancia y estar más entre iguales, puede ser la práctica de sentar a los jóvenes que van a dinamizar las distintas partes de la misa en el presbiterio con el cura durante toda la misa, no como monaguillos entendidos en un sentido litúrgico, sino como si estuviesen verdaderamente celebrando juntos en nombre de toda la comunidad. Esto les convierte en protagonistas de la celebración y testimonio para otros jóvenes que se identifican fácilmente con ellos.

  • Por lo que dice Ignacio Otaño de las asambleas en tiempos de los primeros congregantes… 

    “Las reuniones de los domingos por la tarde, abiertas al público, en las cuales hablaban los laicos, eran peligrosamente parecidas a las asambleas protestantes.” (Pág. 39-40)

    Según esto, nuestro estilo, en origen, era más parecido al modelo donde el laico es el que llevaba la voz cantante como si de un predicador evangélico se tratase, con el lenguaje del laico y sus medios de expresión y comunicación contemporánea que pueden captar mejor la atención y el interés de otros laicos que se reconocen mejor en el orador.

Guía de estilo Marianista