Implicación

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La palabra implicación nos suena a hacer muchas cosas, a cargarnos de más trabajo y responsabilidad a título personal y desconectada del resto. Pero en la Iglesia, la implicación se hace en comunidad, repartiendo tareas o ministerios, participando toda la comunidad de un mismo fin como un cuerpo con muchos miembros donde cada uno desempeña un papel.

  • Implicación – Familia [2]

    Implicación – Familia [2]

    La dimensión orante en las parroquias se destaca como una buena práctica, incluyendo la recuperación del ministerio de intercesión. Se promueven espacios y tiempos para la oración personal y comunitaria, así como celebraciones integradas con acción de gracias, intercesión y envío. Se establecen ministerios de intercesión por aquellos que se inician en la fe. Se… Ver contenido

  • Implicación – Escolar [1]

    Implicación – Escolar [1]

    La presencia de acompañantes sensibles a la fe es crucial en colegios marianistas, pero muchos empleados no comparten esta sensibilidad. Los laicos comprometidos pueden suplir esta carencia, ofreciendo apoyo y testimonio en diversas actividades escolares. Esto enriquece la experiencia del alumno y devuelve el protagonismo a los laicos en la misión de propagar la fe… Ver contenido

  • Implicación – Impacto [1]

    Implicación – Impacto [1]

    A menudo nos sentimos incapaces o sin tiempo para participar en actividades especiales de la iglesia, como retiros o peregrinaciones. Sin embargo, subestimamos el poder de la oración de intercesión. Al cambiar nuestra mentalidad y comprometernos sinceramente en la oración comunitaria por quienes participan en estas actividades, podemos ver resultados sorprendentes. La oración no es… Ver contenido

  • Entre las “57 Buenas prácticas en parroquias” obtenidas del análisis de 200 comunidades parroquiales de España donde colaboró la Fundación SM, encontramos la dimensión orante y la propuesta de recuperar el ministerio de intercesión como clave de éxito. Estas son algunas de las claves que nos acercan a esta idea:

    1. La parroquia dispone de espacios y tiempos apropiados para la vivencia de las diferentes formas de oración, personal y comunitaria.
    2. Para los servicios o ministerios en la parroquia, u otras misiones, se realizan diferentes celebraciones comunitarias, integrando acción de gracias, intercesión, bendición y «envío».
    3. La parroquia ha constituido el ministerio/servicio de intercesión, especialmente, por las personas que están siendo invitadas a la fe en el primer anuncio o han entrado en el discipulado.

    Es decir, que hay un grupo de personas, cuyo ministerio en la comunidad es rezar por los que están viviendo el primer anuncio o comienzan su andadura en la comunidad a través del discipulado.

    En esta misma clave de los ministerios para acompañar a los que comienzan su andadura en nuestra familia carismática, vemos que hacen falta bastantes acompañantes implicados en las actividades. No porque estas lo requieran por su complejidad o número de participantes, si no por el testimonio de vida y de servicio a la comunidad que aportan, porque lo que evangeliza es la propia vida, no los discursos. Rezar juntos, convivir, participar como uno más, ser accesible y cercano para propiciar un acompañamiento personal puntual o prolongado, todo eso no lo hace una sola persona con un grupo numeroso de jóvenes. El modelo de hombre orquesta ya pasó a la historia y, además, lo nuestro es la comunidad.

  • La presencia de acompañantes sensibles a los temas de fe es significativa para los participantes. Sin embargo, en nuestros colegios, aunque el personal está obligado a respetar el ideario y seguirlo, no tienen por qué compartir la fe o la sensibilidad religiosa de nuestro carisma. Por eso, nos encontramos cada vez con más dificultades para que profesores y PAS sean testigos de la fe y buenos acompañantes en este sentido. 

    Por otra parte, dentro de fraternidades y CEMI, hay laicos comprometidos que, teniendo otras ocupaciones profesionales, pueden ejercer la misión de acompañar a los jóvenes en los colegios, no sólo dando catequesis, sino también, apoyando y dando testimonio en ejercicios, en encuentros especiales, convocando oraciones, con dinámicas de acompañamiento personal, etc. Esto muestra un horizonte más rico para el alumno y suple la carencia que podemos encontrar en el personal contratado de los colegios, además de implicar y devolver el protagonismo a los laicos marianistas en la misión que les dio Chaminade: la propagación de la fe a través de los jóvenes.

  • Muchas veces no nos sentimos preparados, cómodos o con tiempo, para acompañar una actividad especial como pueda ser una pascua, un camino de Santiago, ir a Taizé, o cualquier otra. Pensamos que eso es para gente más jóven, o con un talante o dones diferentes a los míos. Sin embargo, hay otra forma de implicarse mucho más importante en la que no creemos lo suficiente: la oración. 

    Otros grupos de Iglesia creen sinceramente en el poder de la oración de intercesión y destinan a gente especialmente a rezar por la actividad. Nosotros, en el fondo, no lo hacemos porque nos creemos que las cosas dependen de nosotros, de nuestro esfuerzo y de lo que hayamos preparado, y que eso de rezar por las cosas, es el consuelo del que no trabaja o ha perdido toda esperanza en otros medios. Pero, cuando cambiemos esa mentalidad y nos pongamos sinceramente en oración, como comunidad, por las personas que viven la actividad y lo que Dios pueda hacer en ellas, veremos otros resultados. Esto no es pedirle a Dios que me apruebe el examen o que gane mi equipo de fútbol, esto es otra cosa.

Guía de estilo Marianista