Instrumentalización

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Partimos de la base de que nadie dentro del contexto de la Familia Marianista actúa de mala fe cuando delega tareas en otras personas, sin embargo, una falta de atención y cuidado hacia la otra persona, provoca que nos tratemos más como recursos que como miembros de una misma Familia.

  • Instrumentalización – Escolar [2]

    Instrumentalización – Escolar [2]

    A menudo caemos en discursos contradictorios al centrarnos en cubrir huecos en lugar de atender a las necesidades reales. Cargamos de responsabilidades a colaboradores que no viven la fe, generando una pérdida de hondura. Culparlos por los fallos y ignorar sus opiniones refleja que los consideramos meros instrumentos para nuestros proyectos, no verdaderos colaboradores. Ver contenido

  • Instrumentalización – Madeleine [1]

    Instrumentalización – Madeleine [1]

    Es crucial no ver a los jóvenes como mano de obra barata para tareas logísticas, sino como parte integral de la comunidad de fe. Su participación debe ir más allá de montar eventos; deben tener voz en las decisiones y sentirse valorados, no utilizados. Donde están integrados, ofrecen ayuda por iniciativa propia, pero donde se… Ver contenido

  • Instrumentalización – Familia [1]

    Instrumentalización – Familia [1]

    En ocasiones, nos limitamos a pedir ayuda a un círculo reducido de personas, sin considerar si están en un momento vital adecuado. Esto puede llevar a agotar su capacidad de entrega y compromiso. Culpar a la persona por no decir ‘no’ refleja una preocupación por el proyecto más que por su bienestar, socavando la cultura… Ver contenido

  • Instrumentalización – Iniciación [1]

    Instrumentalización – Iniciación [1]

    En muchas fraternidades, la fidelidad se convierte en un compromiso mecánico más que en una respuesta a una llamada interior. Algunos miembros permanecen por lealtad a un compromiso, no por sentir la necesidad de vivir la fe en comunidad. Incluso después de dejar la fraternidad, siguen en el grupo de WhatsApp, quizás por inercia o… Ver contenido

  • Instrumentalización – VR [1]

    Instrumentalización – VR [1]

    En la vida religiosa, es vital cultivar vínculos estables más allá de simples relaciones. Javier de la Torre nos recuerda que el bienestar psicológico se encuentra en vínculos sanos. Debemos superar la tentación de la eficiencia y el utilitarismo en nuestras relaciones, para forjar vínculos desinteresados que trasciendan la mera convivencia cordial. Ver contenido

  • Muchas veces caemos en discursos contradictorios porque centramos nuestros esfuerzos en cubrir huecos en lugar de atender a las necesidades reales aunque eso suponga dejar paradas algunas cosas. 

    Así, tenemos colaboradores muy válidos pero que sabemos que no viven la fe o que están alejados de ella, pero les seguimos cargando de responsabilidades porque sabemos que nos dirán que sí. Esto genera un problema mayor de pérdida de hondura que llevamos tiempo pasando por alto.

    Además, nos atrevemos a culpar a estas personas de no vivir su fe con lo que nos acaba sirviendo para dos fines: cubrir un puesto vacante y culparlas de que las cosas no funcionen. 

    Otro indicador de que la persona es un mero instrumento para mis proyectos es lo que hacemos con sus opiniones y propuestas. Si pedimos participación, debemos ser capaces de cambiar nuestros planteamientos en función de lo que nos dicen, no hacerles creer que participan de decisiones que ya están tomadas. Tarde o temprano la persona se da cuenta de cuál es su papel en la ecuación.

  • Tradicionalmente se ha visto a los grupos de fe y scouts de los colegios o incluso a los laicos jóvenes, como la mano de obra barata para mover sillas y montar saraos en general que a otros les da más pereza o que con su trabajo y responsabilidades, no pueden asumir.

    Sin embargo, los jóvenes no están para mantener el colegio, si no para crecer en la fe y cuando pensamos en su participación, ha de ser en este sentido. Por supuesto tienen una disponibilidad diferente y pueden y deben ayudar mucho con la logística, pero eso ha de estar enmarcado en un sentido de pertenencia previo que les ha de permitir participar no sólo en la ejecución de los planes de otros, sino también en las decisiones de la comunidad para que no se sientan utilizados. En los lugares en los que los jóvenes están más integrados en la comunidad, vemos que son ellos mismos los que se ofrecen para ayudar en todo lo que haga falta, mientras que en otros lugares lo que se percibe es un recelo continuo hacia el colegio o las comunidades laicas como fuente inagotable de solicitud de voluntarios aludiendo a su condición de monitores de algún grupo.

  • Generalmente tenemos un círculo relativamente pequeño de gente a la que pedimos ayuda porque, por distintos motivos, y en algunos casos poco sanos, hay personas más dadas a la entrega personal, y porque nos es más cómodo ir a lo seguro que arriesgarnos con alguien nuevo.

    De esta forma, salvo que la otra persona se plante y nos diga que no, llega un momento en que la gente no puede más pero sigue respondiendo a nuestras llamadas por compromiso, y vamos llevando a la gente al límite, provocando que la calidad de las actividades se resienta porque las personas, no están en un momento vital adecuado para asumir la tarea, o simplemente no disponen realmente de más tiempo.

    Además, solemos culpar a la persona asumiendo que es ella quien ha de decirnos que no, si no puede más, pero eso nos da dos conclusiones peligrosas: por un lado que no nos preocupa la persona, nos preocupa nuestro proyecto, y por otro que vamos dinamitando la cultura de la entrega y cada vez es más complicado encontrar a alguien que se preste a hacer algo gratis por los demás, al menos en nuestro contexto marianista.

  • En muchas fraternidades se da un fenómeno curioso, sus miembros son buena gente, que siempre ha estado o incluso sigue estando muy comprometida con muchas cosas y están acostumbrados a ser fieles a aquellas cosas con las que se comprometieron poniendo ese compromiso por encima de sus propios intereses, pero que nunca se plantearon seriamente vivir la fe en comunidad o rezar juntos como una necesidad personal y, ahora, la pertenencia a fraternidades se mantiene por fidelidad a un compromiso y no por responder a una llamada que nunca sintieron de vivir la fe en comunidad, pero no importa, porque están acostumbrados a que lo que se espera de ellos es que sean fieles, que no se rindan, que no se vayan de fraternidades y si les aporta algo o no parece más secundario.

    Se da incluso la fidelidad al grupo de Whatsapp, casi podríamos hablar de la consagración al grupo de Whatsapp. Y es que hay un número demasiado elevado de fraternos que de hecho han dejado su fraternidad, pero no lo han dicho públicamente a nadie, ni a sí mismos y siguen en el grupo de Whatsapp porque, ni saben por qué entraron, ni saben por qué no se han salido, pero lo importante es estar inscrito.

  • Javier de la Torre nos recordaba en una formación sobre la afectividad que nada nos sostiene más que vivir en los vínculos, que el bienestar psicológico está en los vínculos sanos. En la vida religiosa tenemos muchas relaciones pero pocos vínculos estables. 

    La gente, en el fondo, añora tener este tipo de vínculos, aunque al mismo tiempo huya de ellos por la falta de costumbre, o por una forma antigua de entender la vida religiosa. Y no es la voluntad ni la inteligencia la que posibilita los vínculos estables, es la relación desinteresada del día a día la que forja esos vínculos y, para eso, tenemos que vencer la tentación de la eficiencia y el utilitarismo en nuestras relaciones. Te hablo sólo cuando necesito algo de ti, me dejo ver en la comunidad sólo cuando tengo que comunicar o pedir algo, etc.

    Nuestras comunidades pueden ser mucho más que residencias donde la convivencia es justa y cordial, el voto de castidad nos llama a establecer vínculos donde me descubra en la otra persona y no en los que me valga de la otra persona para vivir.

Guía de estilo Marianista