Oración

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Hacer oración no es juntar un montón de cosas en un PowerPoint y ocupar todo el tiempo disponible con palabras, canciones y gestos para lucirnos ante los demás. “Orar es tratar de amistad estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos nos ama”. La oración ha de volver al centro de nuestras comunidades.

  • Oración – Familia [2]

    Oración – Familia [2]

    Las iniciativas de oración deben surgir del impulso del Espíritu y el deseo compartido de rezar, no por compromiso. Es crucial no aferrarse a actividades que ya no inspiran a la comunidad. Terminar una iniciativa sin participación genuina es preferible a mantenerla sin vida espiritual. Ver contenido

  • Oración – Impacto [1]

    Oración – Impacto [1]

    Los jóvenes buscan espacios de silencio y oraciones contemplativas, alejándose de la saturación sensorial. Hakuna ejemplifica esta tendencia en sus adoraciones sin participación externa. Aunque tememos el silencio, es vital en nuestra oración para permitir a Dios hablar. Ver contenido

  • Oración – Creación [1]

    Oración – Creación [1]

    La oración emerge como centro vital en las comunidades juveniles, forjando auténtica comunión. Sin priorizar lo intelectual, la comunidad deviene en grupo sin cohesión. La formación surge tras consolidar la oración como eje, inspirada en la espiritualidad marianista y los cinco silencios de Chaminade. Ver contenido

  • Oración – CLM [0]

    Oración – CLM [0]

    Los laicos marianistas pueden crear espacios de fe en la ciudad, inspirados en nuestro carisma. Han demostrado capacidad para ello, como en el caso de Hakuna. Recuperar iniciativas anteriores, como los espacios de oración al estilo de Taizé, puede revitalizar la misión evangelizadora comunitaria. Ver contenido

  • Con el paso de los años, vamos acumulando y arrastrando iniciativas de oración que comenzaron un día con un grupo que quería rezar y que hoy son un marrón para quien las tiene que preparar. 

    Las actividades que se hacen por compromiso no contagian el Espíritu. Una oración ha de hacerse porque hay 2 o más que, movidos por el Espíritu se quieren juntar a rezar, pero no para que una iniciativa se mantenga en el tiempo indefinidamente. 

    No nos ha de dar miedo terminar una iniciativa de oración si ya no hay nadie que se quiera juntar a rezar, o los que quieren dicen que no son capaces de asumir la responsabilidad de preparar dicha oración. Si no hay una comunidad que se reúne a rezar, sino encargados sueltos de sacar la oración, lo que tenemos es un circo organizado por gente muy entregada y dispuesta, pero que devalúa el sentido de la oración y de la comunidad.

  • Los jóvenes reclaman espacios de silencio frente a la multitud de estímulos externos y que las oraciones sean sencillas y no exijan mucha atención intelectual o sensorial, que sean más contemplativas.

    Esto lo vemos claramente en las adoraciones de Hakuna donde no hay participación de los asistentes, más allá de lo que cada uno viva en su interior. Sin embargo, aún nos dan miedo los silencios en nuestras oraciones, y parece que si no ha habido peticiones compartidas, ha faltado algo y pasamos a que la oración sea un momento para compartir entre nosotros, lanzarnos peticiones y acciones de gracia unos a otros y dejamos fuera a Dios, pero estamos en un tiempo de callar más nosotros pacificar nuestros sentidos y nuestro corazón, y dejarle a él más espacio para hablar.

  • Durante mucho tiempo, la oración no ha sido el centro en las comunidades de jóvenes que poníamos en marcha. Probablemente porque tampoco era el centro en nuestras comunidades o vivencia personal de la fe. Sin embargo, vemos una creciente demanda de oración y silencio en los jóvenes, hasta el punto de que se organizan entre ellos para quedar a rezar todas las semanas y de ese encuentro semanal, se constituyen en comunidad, cuando han compartido su fe y su experiencia de Dios. 

    En cambio, si en la creación de la comunidad ponemos el foco en lo intelectual, o anteponemos la misión de cada uno a la comunidad, esta, nunca pasará de ser un grupo de amigos o conocidos e irá desapareciendo conforme cambien las circunstancias personales de sus miembros.

    Así, vemos hoy comunidades de jóvenes que pueden llevar ocho o diez años, que siguen sin sentirse vinculados como comunidad y que siguen sin rezar juntos, más que una vez al trimestre o cosas así. Estos no han superado la fase de creación de la comunidad, son un grupo de fe que no reza.

    En todo esto, la formación vendrá después de que la oración sea lo que convoca. Además, desde la oración se puede formar en la espiritualidad marianista.

    El silencio que los jóvenes demandan puede ir muy bien orientado con el método de los cinco silencios de Chaminade y la oración sobre el Credo para ocupar la mente y el corazón con Dios.

    Reforzando esta idea, recojo uno de los elementos que ofrecía Simler al hablar del espíritu interior que pedía Chaminade a los religiosos, y que es válido para cualquier marianista. 

    «Insistirá en la meditación de fe y en la oración sobre el Credo posibles para que Dios ocupe la mente y el corazón del apóstol.» (Pág. 73)

  • En algunos lugares, los laicos marianistas podrían aportar a la ciudad un espacio para vivir la fe desde nuestro carisma. Están perfectamente capacitados para ello y además ya lo han hecho en alguna ocasión. 

    Esta es una misión evangelizadora que ahora mismo está desarrollando Hakuna de forma muy llamativa, pero que han hecho muchos otros grupos de forma más discreta y sin un modelo de oración claro.

    Cuando Taizé estaba más de moda, surgieron en las ciudades, diferentes espacios donde rezar con ese modelo concreto de oración. En aquel momento, algunos laicos marianistas sintieron la llamada de generar estos espacios y ofrecieron un gran servicio, no sólo a la Familia Marianista sino también al resto de la Iglesia. Esto hoy ha ido decayendo y ya sólo mantienen el día y la hora, pero ha perdido el Espíritu, el estilo y el cariz de misión evangelizadora comunitaria, pero podría recuperarlo porque sigue siendo demandado por los jóvenes.

Guía de estilo Marianista