Vacío

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Una casa que se queda vacía durante algún tiempo es una casa en la que pueden entrar ocupas. Habitemos de nuevo nuestras casas, es decir, nuestro mundo interior, para que sea un lugar donde vivir la intimidad de Dios en comunidad y que esa casa sea acogedora para todo el necesite refugio espiritual, en lugar de ser espacios abandonados al devenir de los acontecimientos y las modas del mundo.

  • Vacío – VR [4]

    Vacío – VR [4]

    Desde CONFER nos instan a detener la mundanización en la vida religiosa, donde algunos hermanos se alejan de Dios y se conforman con una vida sin pasión ni conexión espiritual. La oración puede ser constante, pero sin transformación interior. La falta de conexión con Dios afecta la belleza de la vida religiosa, un problema que… Ver contenido

  • Vacío – Impacto [3]

    Vacío – Impacto [3]

    Las actividades impactantes son fundamentales para dar sentido a la vida de los jóvenes. Necesitamos experiencias que conecten con su sed espiritual y ofrezcan el agua viva de Jesús. No se trata de turismo solidario, sino de generar encuentros auténticos desde nuestro carisma. Los retiros Effetá son un ejemplo, ofreciendo un regalo único que toca… Ver contenido

  • Vacío – Creación [2]

    Vacío – Creación [2]

    Cuando acompañamos a jóvenes en la formación de una comunidad, debemos recordar que el objetivo principal es que encuentren a Dios, no simplemente que formen parte de un grupo específico como fraternos o CEMI. Nuestro carisma debe abrirles la puerta hacia su propio encuentro con Jesús. La importancia de la comunidad en la vida plena… Ver contenido

  • Vacío – Escolar [1]

    Vacío – Escolar [1]

    Es fundamental reconectar las actividades de voluntariado con la experiencia de fe y no separarlas de la pastoral. No podemos ofrecer vivencias vacías a los jóvenes ni desligar el servicio al prójimo de la comprensión del mundo y lo trascendente. La educación integral implica integrar la dimensión misionera en el voluntariado, para que los jóvenes… Ver contenido

  • Vacío – Familia [1]

    Vacío – Familia [1]

    Chaminade identifica la ‘herejía de su tiempo’ y la contrarresta confiando en María. Esta herencia es relevante hoy. Su lucha contra la indiferencia religiosa y la Revolución refleja los desafíos modernos. Como él, debemos emprender nuevos combates por el reino de Dios a través de María. Ver contenido

  • Desde CONFER nos llaman a poner freno a la mundanización de los religiosos. El ocultamiento de Dios en la sociedad nos afecta. Tenemos hermanos que van renunciando a participar en las cosas, todo lo religioso les sabe a tiempo pasado y perdido. Y vamos descubriendo que, lo peor, no es tener un alma perversa, si no un alma acostumbrada, sin gozo ni llanto, sin pasión. Ahí podemos decir que la vida religiosa ha perdido su belleza. 

    Se da el fenómeno de una vida religiosa sin conexión con Dios, un corazón alejado de Dios, ni lo necesita, ni lo adora, ni le da culto. Es el ambiente del mundo que se nos mete dentro y crea un clima, un sistema en el que estamos contentos con lo que nos hemos construido y separados de Dios. 

    En esta dinámica, podemos acudir constantemente a la oración, pero no estar siendo transformados por Dios y tener liturgias muy bien celebradas, pero por ateos interiores. Por eso, debemos volver a “estar en el mundo sin ser del mundo”, hacer limpieza de todo lo que hemos acumulado para tratar de llenar nuestro propio vacío y volver a Dios y así, recuperar la belleza de la vida religiosa que no tiene nada que ver con la juventud de sus miembros sino con la fidelidad a la llamada de Dios.

    Esto de la mundanización de los religiosos no es nuevo, ya lo dejó dicho el padre Quentin Hakenewerth como Superior General en 1991, hace más de 30 años y si lo dijo entonces es porque llevaba tiempo gestándose y ya era muy evidente. ¿Tendrá esto algo que ver con la escasez de vocaciones? Lo recoge así Ignacio Otaño:

    «La sociedad se ha hecho autónoma en relación con la religión y con Dios… Los compromisos religiosos no son parte integrante de la identidad cultural…» […] «Estoy convencido de que la vida espiritual marianista es capaz de dar un sentido a nuestra existencia y de procurarnos una inmensa energía en nuestra misión. Pero también estoy convencido de que la mayor parte de nuestros religiosos reciben actualmente más motivaciones y más energía de la cultura dominante que de la vida espiritual marianista que vivimos” […] «la cultura marianista inspira el documento que escribimos, pero la cultura secular que nos rodea es la que modela, en la práctica, nuestra vida comunitaria. Si éste es el caso, es preciso hacer una opción…» […] «cuanto más penetrante sea nuestro discernimiento mayor será nuestra audacia apostólica». (Pág. 94-95) «Es necesario que las ocupaciones no perjudiquen el espíritu interior de los religiosos llamados a realizarlas» (Pág. 72)

    Y en la realidad del mundo en que vivimos, vemos que podemos combatir el vacío y la fragmentación con la intimidad con Dios y con los hermanos. Vivimos un momento de profunda fragmentación, por eso es importante la intimidad, apartarse de las cosas, para reconectar con Dios en el interior de uno mismo y de la comunidad. Las raíces en una planta son lo más fecundo, por eso, el que pone límites a la invasión de los otros y extiende sus raíces, es capaz de encontrarse a sí mismo y ser más fecundo. “El que permanece en mí y yo en él, dará fruto abundante”, dice Jesús.

    En ese poner límites y al mismo tiempo abrirse a la intimidad, vemos que, en nuestras comunidades, reducir las conversaciones mundanas y dar más espacio al compartir desde la fe nos haría mucho más bellos y fecundos. Pero en nuestras comunidades, no existe la conversación espiritual, se habla más de la Iglesia que de Dios. En cuanto a lo político, social, eclesial y deportivo, estamos todos muy al día, pero lo que se refiere a compartir desde la fe es un terreno por explorar. 

    No se trata de hablar de temas piadosos sino de lo que nos afecta en la vida, mociones, esperanzas, pobrezas, fuerzas para vivir… El diálogo con los diferentes, aprendiendo de todos, salir de uno mismo y comprender culturas y religiones de otros. “La conversación convierte” Hay personas que no participan, con silencios y miradas perdidas, que renuncian a todo protagonismo. Una comunidad en conversión es una comunidad en conversación.

  • Las actividades de impacto, juegan un papel muy importante a la hora de dotar de sentido el vacío que muchas veces encontramos en nuestros jóvenes. Estas pueden ser experiencias fundantes que les ayuden a encontrar el sentido de sus vidas. 

    Dentro de estas actividades, el contacto con otras culturas y realidades en experiencias internacionales, puede ser un lugar para salir de uno mismo y ponerse a tiro de Dios y a la vez, para el joven es algo atrayente. De nosotros depende, una vez más, dotar de sentido la experiencia y no convertirla en un viaje exótico o en turismo solidario. Toda actividad que realicemos ha de ser vivida como experiencia de comunidad desde nuestro carisma.

    No podemos quedarnos en generar encuentros o viajes para el Instagram, debemos tener siempre algo que ofrecer. Lo nuestro ha de ser generar lugares de encuentro y necesidad como el “pozo de la samaritana” donde poder conectar con la sed de las personas y ofrecerles el agua viva que aún no conocen. El que no sabe que ha perdido algo, no lo busca, lo mismo quien no conoce el agua viva como la samaritana, por eso necesitamos estas actividades de impacto donde poder conectar con el vacío que cada uno lleva dentro y entonces sí, ofrecer a Jesús.

    El ejemplo más claro de esto son los retiros Effetá en los que cada joven participa sólo una vez en la vida. Son sólo un impacto puntual y exclusivo vivido como un regalo. “Lo que los jóvenes necesitan es a Dios en su vida” y saben tocar ese vacío como Jesús tocó el vacío de la samaritana. Lo que no podemos hacer es llevar a los jóvenes de pozo en pozo y no hacernos necesitados de lo que ellos pueden aportar, no ofrecerles nada, no escucharles, no interpelarles, porque para eso ya tienen toda la oferta de la sociedad que es mucho más atractiva y para la que no nos necesitan.

  • Cuando comenzamos a acompañar a un grupo de jóvenes para que se constituyan como comunidad, no debemos confundir medios con fines. Debemos atender la necesidad de Dios y recordar que lo importante no es que sean fraternos o CEMI, lo importante es cubrir la verdadera necesidad de los jóvenes de encontrarse con Dios y que sea él quien llene su vacío. Nosotros siempre les presentaremos explícitamente la puerta abierta de nuestro carisma, pero ese carisma no ha de ser impedimento ni repelente para que creen su propia comunidad donde encontrarse con Jesús.

    Ignacio Otaño cita a Juan Pablo II para hablar de la importancia de la comunidad para llevar una vida plena y con sentido:

    «En lo que respecta al sentido comunitario de los laicos, la Christifideles laici dice que: Sobre todo en un mundo secularizado, las diversas formas agregativas pueden representar para muchos una ayuda preciosa para una vida coherente con las exigencias del evangelio y para un compromiso misionero y apostólico» (Pág. 4)

  • Los jóvenes enganchan muy bien con las actividades de voluntariado y no podemos ser nosotros los que se las ofrezcamos desconectadas de la fe, porque les engañamos y encima perdemos una oportunidad. Muchas veces somos nosotros los que ofrecemos vivencias vacías a los alumnos. En el caso del voluntariado, tendemos a desligarlo de la pastoral con el pretexto de abrirlo a los alumnos que no se manifiestan abiertamente cristianos, eliminando la verdadera dimensión misionera que queremos transmitir en nuestros colegios a la hora de hablar de una educación integral, donde la experiencia de servicio al prójimo no es una mera labor humanitaria desconectada de la comprensión del mundo, de la persona y de lo trascendente. Debemos reconectar el servicio con la experiencia de Dios y no escudarnos en que la pastoral ya lleva demasiadas cosas, o que hay un perfil de profesores que conecta con lo social pero no con la fe o, como decíamos al principio, que se puedan quedar fuera aquellos alumnos que no quieren oír hablar de Dios.

  • Chaminade está muy preocupado por lo que llama la herejía de su tiempo y nos llama a todos a confiar a María la victoria final sobre ese mal. Podemos recordar su análisis de la mano de Ignacio Otaño, y ver en qué medida la herejía de nuestro tiempo tiene algún parecido:

    “Su misión debía ponerse bajo el nombre y los auspicios de la Virgen Inmaculada, a quien está reservado el triunfo contra la herejía de los tiempos actuales como contra la de los tiempos pasados. […] Había comprendido que por medio de sus obras debía luchar contra la indiferencia religiosa, fruto de la Revolución; que todo debía colocarse bajo los auspicios de la Santísima Virgen, de la cual M. Chaminade sería el apóstol y, si fuera necesario, el soldado, en el siglo que iba a empezar. Eran los nuevos combates que se debían emprender por el reino de Dios por medio de María. Nova bella elegit Dominus” (Pág. 27)

Guía de estilo Marianista