A nivel de fe y vida de comunidad, observamos que, lo que pedimos y ofrecemos a nuestros jóvenes en una u otra ciudad es bastante diferente. Mientras que, a nivel deportivo, todos los colegios están más o menos igual y eso les permite encontrarse en competiciones y avanzar juntos.
Tener itinerarios y modelos repetibles también en temas de fe y comunidad, dentro del marco de la Familia Marianista, ayudaría a ponernos todos al mismo nivel. Al fin y al cabo en todas las ciudades conocen Hakuna y los retiros Effetá y los reproducen con éxito ¿Por qué nuestros retiros son tan distintos según ciudades? ¿Por qué no seguimos un plan común? ¿Es realmente por adaptarnos al contexto, o hay algo de querer competir entre los diferentes autores para lograr un mayor reconocimiento personal?
Esta idea de los modelos repetibles que ahora vemos en otros grupos y que transforman la sociedad como una especie de franquicias de una marca, lo hereda Chaminade de las “misiones populares” del siglo XVII. Para lograr algo así, es necesario tener muy bien definida la marca y el plan:
La fundación del colegio-seminario San Carlos era un intento de entregarse a una misión permanente, idea que habría de estar tan presente en el futuro del P. Chaminade. La Francia del siglo XVII había conocido el despertar de las misiones populares por la necesidad urgente de una recristianización de las masas. El galicanismo reinante había retrasado las reformas del Concilio de Trento, y la situación de las parroquias era lamentable. Ardientes misioneros como San Juan Eudes (1601-1680) o San Vicente de Paúl, entre otros, consiguen extender por todo el país este medio pastoral de las «misiones populares». (Pág. 7)

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