Nuestra tradición es la adaptación y para sostenerlo, recojo un breve fragmento donde Simler nos habla de la tercera de las ideas clarividentes que ve en Chaminade relacionadas con la misión:

“Ese apostolado tendría formas que le permitiesen llegar más fácilmente a todas las clases de la sociedad; el Instituto religioso se adaptaría a todas las exigencias de tiempos y lugares hasta donde lo permitan la esencia de la vida cristiana y de la vida religiosa.” (Pág. 27)

Como aparece en muchos otros textos de nuestra tradición, lo nuestro es estar abiertos a la realidad del mundo sea cual sea, pero eso no nos puede llevar a hacer rebajas. Debemos tener clara nuestra propuesta y sus pilares. No podemos presentarnos con máscaras porque nos da miedo que nos rechacen o rechacen nuestra propuesta. 

Ese miedo nos lleva muchas veces a bajar la intensidad o el nivel doctrinal o a ocultar cosas impopulares del cristianismo y eso alimenta el mal de nuestro tiempo, la falta de profundidad, la desorientación y el relativismo. Este es un mal que estamos llamados a enfrentar y vencer, con la ayuda de María, no a esquivarlo o alimentarlo por una falsa idea de apertura.

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