A veces nos puede dar miedo llevar la Palabra de Dios a las reuniones. Nos parece compleja, que va a generar dudas y que no la van a comprender. Sin embargo, en algún momento hay que iniciarse en la lectura de los textos de la Biblia.
Por otra parte, observamos que a los jóvenes les atrae mucho el poder expresar sus dudas de fe y que les escuchen y las respondan. Además, la riqueza de la Palabra es tan grande y desconocida, que siempre genera interés, si el acompañante o la persona que lleve los contenidos, tiene cierto conocimiento de la Biblia como para hacer exégesis e interpretación adecuada.
La explicación y comprensión de la Palabra también es un momento de encuentro transformador con Dios, ahí se da también la revelación, no sólo en la oración o en la vivencia de los sacramentos.

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