Itinerario

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Ofrecer itinerarios claros y exigentes en lo fundamental del carisma y abiertos a la adaptación en los medios y formas, con hitos marcados que permitan situarnos, nos permitirá caminar hacia el objetivo. La espontaneidad y la falsa libertad en este sentido, sólo fomenta la construcción de la sociedad líquida y el individualismo.

  • Itinerario – Escolar [10]

    Itinerario – Escolar [10]

    Para fortalecer el crecimiento espiritual de los jóvenes, debemos exigir calidad y compromiso en los itinerarios pastorales, evitando interrupciones y promoviendo la cohesión en todas las etapas educativas. La creatividad individual no debe obstaculizar un plan común, fomentando así una experiencia de fe continua y en comunidad. Ver contenido

  • Itinerario – Iniciación [8]

    Itinerario – Iniciación [8]

    En la etapa de iniciación comunitaria, es esencial tener un itinerario claro para guiar el proceso y establecer momentos vitales adecuados en las actividades. La formación debe ser definida y estructurada, no dejando la elección completamente a los jóvenes. Un itinerario también establece hábitos y cohesión en la comunidad. Ver contenido

  • Itinerario – Familia [4]

    Itinerario – Familia [4]

    Un itinerario claro nos permite coordinar actividades para acompañar el crecimiento de los jóvenes desde la infancia hasta la vida adulta. No se trata de imponer, sino de tener metas y estructura para avanzar juntos, como resalta Chaminade. La visión común y el diálogo son clave para una pastoral integrada. Ver contenido

  • Itinerario – Madeleine [3]

    Itinerario – Madeleine [3]

    El crecimiento requiere un itinerario bien orientado, pero no debe ser único. La diversidad de momentos vitales exige un proyecto claro y concreto, como el de Chaminade, para regenerar la fe y la cultura en Francia. Ver contenido

  • Itinerario – Impacto [3]

    Itinerario – Impacto [3]

    El voluntariado internacional conecta a los jóvenes con Jesús, pero requiere un diseño y acompañamiento adecuado. Los retiros como Emaús y Effetá abordan crisis vitales específicas. Compartir un itinerario y procesos de discipulado es clave para la nueva evangelización. Ver contenido

  • En los itinerarios de fe hemos adquirido un miedo a pedir dedicación y compromiso a nuestro jóvenes y así, devaluamos nuestra propuesta ofreciendo itinerarios intermitentes o que se interrumpen y no llegan a nada. Al contrario, deberíamos ser más exigentes en la cantidad de reuniones y, a su vez, exigirnos a nosotros mismos que sean significativas y de calidad. No podemos hacerles perder el tiempo. 

    Si les observamos, en tiempo de exámenes, no dejan de ir a entrenar o de hacer otras cosas como comer, y tanto el deporte como los exámenes, son cosas que, en algún momento de la vida abandonarán, mientras que la fe, como el comer, debería acompañarles toda la vida.

    El itinerario pastoral en los colegios ha de estar muy cuidado y ser coherente en todas las etapas, pues pone en marcha un proceso a largo plazo que antes o después dará sus frutos. Sin embargo, muchas veces intoxicamos o interrumpimos ese proceso con iniciativas personales cruzadas que no prestan atención al itinerario acordado.

    Muchas veces vemos que no hay itinerario, solo buena voluntad y buenas iniciativas que habría que reconducir. En este sentido, observamos lugares en los que falta dicha continuidad y estilo en el proceso. Por ejemplo: el grupo de 5º y 6º tiene un estilo y programa y lo llevan unas personas, luego, en secundaria aparece otro estilo, otro nombre para el grupo de fe, otros acompañantes y otro público, en bachillerato ofrecemos catequesis de Confirmación y se apuntan otros chicos, lo llevan otras personas, con otro estilo y surgen en paralelo otras iniciativas, otra vez con otras personas, otros destinatarios y otro estilo. En un contexto así, están todas las piezas del proceso, pero los chicos no las viven de principio a fin como un mismo proceso y esto no es respetar la diversidad ni la tradición, sino movernos por corralitos y derechos adquiridos de personas determinadas que no miran por el bien de los jóvenes y su proceso de integración en una comunidad de fe más amplia.

    Debo ir más allá de mi corral y colaborar con los que trabajan con los jóvenes antes que yo y después que yo para hacer procesos continuos y no compartimentos estancos. Y, en lugar de llevar a los jóvenes de corral en corral, ponernos todos en un punto de la cinta transportadora por la que van pasando los jóvenes y aportar algo a su camino sin entorpecerlo.

    Ese camino ha de llevar, según nuestro carisma, a vivir la fe en comunidad y, para eso, en el colegio, debemos trabajar mejor la cohesión de todas las partes de un mismo grupo de fe para que sea un proceso continuo que desemboque en las comunidades laicas marianistas de forma natural contagiando el deseo de vivir la fe en comunidad.

    Sabemos que la realidad de la persona no cambia de un colegio a otro, cambiarán los medios, pero las necesidades antropológicas últimas son las mismas, por eso es bueno tener un itinerario común y bien pensado, para que todos los agentes educadores en la fe, comprendan en qué sitio están del colegio y les podamos ofrecer herramientas para poder llevar a cabo su acción concreta dentro del proceso, aprovechando la creatividad de las personas de cada centro, pero sin que nuestros jóvenes están a merced de esa creatividad.

    A veces, esa creatividad que viene de la mano de nuestro ego, hace que nos resistamos a seguir un proyecto provincial común y no propio. Debemos esforzarnos por seguir un proyecto provincial común donde el fundamento educativo y las fases estén claras y bien asentadas aunque haya aspectos que veamos mejorables o que nos gustaría enfocar de otra manera. Gracias a Dios, en nuestro carisma y nuestra institución, es muy fácil participar sinodalmente de estos procesos de creación de itinerarios y planes, si queremos hacerlo.

    Ese itinerario común nos permite trabajar en cada etapa lo propio de esa edad, por ejemplo: En infantil, trabajar con los padres, en primaria adquirir hábitos y autonomía, en primer ciclo de ESO crear vínculos a los que se puedan agarrar cuando vengan los conflictos, en ESO y BTO acompañar y en BTO ofrecer una propuesta pastoral madura para su edad. Cuando todo queda a criterio del propio educador, actuará desde sus gustos, intuiciones y capacidades, pudiendo ofrecer el mismo contenido y material a cualquier edad porque es lo que ha recibido esa semana por WhatsApp y le ha tocado mucho personalmente.

    El trabajo continuado de varios años desde distintos frentes con un itinerario, va haciendo mella para que la disposición a las cosas de fe y, en general, el clima de reflexión sea mejor. Lo vemos en otros carismas y también en el nuestro lo estamos percibiendo ya con el Encuentro con Jesús.

    Sin embargo, durante varias décadas, debido a la inmediatez que nos envuelve, los colegios han ido perdiendo perspectiva, centrándose en pequeños proyectos y leyes que van surgiendo, para dar respuesta a lo del momento, en lugar de cuidar el proyecto educativo fundamentado en el carisma. En este sentido, todo el proceso del REM podría ayudar si somos capaces de elevar la mirada y dejamos de ver sólo lo inmediato y sólo mi parcela.

  • Durante el tiempo de iniciación de la comunidad, es bueno hablar explícitamente del proceso con la comunidad, para tomar conciencia de los pasos que se van dando y hacia dónde se camina. Esto es algo que ha de hacer el acompañante y para lo cual, hace falta tener un itinerario claro y conocido.

    Así mismo, es importante acotar mejor los momentos vitales en las actividades que se convocan y a quién se dirigen, porque, está bien que convivan distintas realidades para que sean testigos unos de otros, pero también hace falta compartir un clima común, sobre todo cuando se están iniciando en algo para respetar los tiempos de cada uno. El acento no tiene por qué estar siempre en la edad sino en lo que está viviendo la gente y esto a ciertas edades puede ser más variable.

    Durante esta parte del itinerario que llamamos de iniciación, es bueno tener contactos cada vez más frecuentes con los miembros más comprometidos. Por ejemplo, en el caso de Fraternidades, con los consagrados temporales o definitivos. Veamos cómo enfocaban esto en la Madeleine:

    Esta etapa termina con la confesión y la comunión, que algunos reciben por primera vez. Si, después de esa etapa, desean continuar su crecimiento cristiano en la congregación, ingresan en el grupo de candidatos («approbanistes»). Es la etapa de preparación a la consagración. Hacen una promesa y empiezan a vivir más intensamente de la vida de la congregación por contactos cada vez más frecuentes con los ya consagrados. Sigue haciéndose la cristianización en el seno de la comunidad […] Se dedican también a la enseñanza por ser una necesidad urgente del momento y también por su proyección para el futuro de las personas y de la sociedad […] Se convierte en un auténtico vivero de la congregación. (Pág. 37)

    En materia de formación vemos una necesidad muy grande de un itinerario concreto con los temas sobre los que sí o sí han de estar formados. La experiencia nos muestra que los jóvenes, como cualquier otra persona, no saben lo que no saben y pedirles a ellos que elijan de qué quieren formarse, no les va a llevar probablemente a un buen itinerario formativo. La escucha de las inquietudes de los jóvenes es innegociable, pero esa escucha ha de ser un proceso serio y servir para definir el itinerario, no ser una mera lluvia de ideas para elegir el tema de la siguiente reunión o los temas del curso.

    Finalmente, un itinerario, no se refiere sólo a los contenidos, también marca una pauta para generar un hábito. Por eso, puede ser bueno, al principio, ser estricto y marcar mucho a los jóvenes. Por ejemplo, si la comunidad de fe celebra la eucaristía a las 20:30, podríamos pedirles que las reuniones sean todos los domingos a las 19:00 y participar juntos en la Eucaristía. Y, a quien no pueda cumplir esa condición, ofrecerle un seguimiento personal alternativo, pero no condicionar al resto, para poder así establecer una rutina que visibiliza a la comunidad y evita la dispersión. Esto puede parecer estricto y contrario al espíritu de los jóvenes, pero en realidad uno no elige cuándo es el partido de fútbol o cuándo es la oración de Hakuna.

  • El contar con un itinerario claro y conocido por todos, nos permite coordinar las iniciativas para crear un cuerpo sólido y variado de actividades para nuestros jóvenes donde les podamos acompañar en su crecimiento y podamos integrarlo en una propuesta general que vaya desde la pastoral del colegio en infantil, hasta la vida de comunidad adulta.

    Eso de tener un itinerario único nos suena, muchas veces, a cortar libertades y a imponer cosas, porque hemos confundido el carisma marianista con un estilo mal llamado “liberal” que en realidad es difuso, sin norte y sin camino. Leyendo a Chaminade, lo último que veremos será ambigüedad y relativismo en sus convicciones y esto no es incompatible con la acogida y el respeto de toda diversidad y el estar abierto a nuevas ideas.

    Sin embargo, el tener metas, por ejemplo en fraternidades, es algo que te permite situarte en un camino y te anima a avanzar al siguiente paso. En este ejemplo tienen la consagración inicial y la definitiva, pero no se enmarcan ni ofrecen bien como momentos de paso y cambio de etapa y, quizá, hacen falta más puntos intermedios.

    En muchas de nuestras comunidades laicas, reconocen que les falta estructura, que, pasados varios años desde la puesta en marcha del grupo, no han visto un hilo conductor claro en lo que hacían en las reuniones. Quedaban de forma irregular, los temas los tenían que elegir y preparar ellos sin criterio y no se sentían ni preparados, ni bien acompañados.

    En el documento “57 buenas prácticas en parroquias” elaborado en 2023 tras el estudio de 200 parroquias, también hacen referencia a los itinerarios. En este caso, resalto dos puntos que hablan de la visión común que marcan dichos itinerarios y el diálogo necesario para alcanzarlos:

    7. Existe una «visión» que da unidad al proceso de conversión pastoral de la parroquia, ordena e integra todas sus acciones convirtiéndola en intencionalmente evangelizadora. 

    31. Ha habido un diálogo y discernimiento entre las necesidades de la parroquia y los carismas, vocaciones, habilidades y capacidades del laicado, muchas despertadas en el discipulado.

    Como Familia Marianista, nos falta atender al vacío que encontramos al salir del colegio cuando todo lo bueno que ofrecíamos en él, desaparece porque no tenemos una estructura sólida y bien coordinada como Familia, como podíamos encontrar, más fácilmente, en los colegios de la red, que dependen únicamente de los religiosos y cuentan con personal contratado para sus acciones.

  • Para crecer en cualquier aspecto de la vida, hace falta hacer un camino bien orientado durante bastante tiempo y este camino viene marcado por el itinerario, pero no debemos confundir el tener un itinerario con ofrecer un camino único. El grado de adhesión ha de ser diferente para cada realidad, mientras que el proyecto ha de ser uno, claro y concreto, contemplando y previendo una respuesta adecuada a la diversidad de momentos vitales y por tanto de adhesión. Sin duda, como hemos visto en otros contenidos, podemos decir que Chaminade cuenta con una organización y estructura bien pensada a largo plazo para lograr el rápido crecimiento y regeneración de la fe y la cultura en Francia.

  • Una de las acciones de impacto que más ponen en contacto al joven con Jesús, son las experiencias de voluntariado internacional, sin embargo, observamos que debemos articular mejor estas vivencias con un buen diseño y acompañamiento antes, durante y después para que se convierta en canal para reconectar con Dios y con la comunidad dentro de un itinerario de crecimiento en la fe y pertenencia a la Familia Marianista.

    Los itinerarios nos permiten actuar en los momentos adecuados. Probablemente los retiros de Emaús están pensados para actuar sobre la crisis de los 40 y los de Effetá para atender al momento vital en torno a los 20 años cuando comienza la autonomía de la persona. Viendo los frutos de estas iniciativas, podemos asegurar que es bueno ofrecer actividades específicas para momentos vitales concretos y conocidos y ser así punto de apoyo y reconexión para nuestros jóvenes ofreciendo algo que necesitan y no algo genérico.

    Las iniciativas de nueva evangelización como los grupos Alpha o los retiros de impacto que mencionábamos antes, hacen en el fondo lo mismo que hacemos con nuestros retiros, o en nuestros grupos, pero a nosotros no nos sale bien. La diferencia más grande es que estamos desorganizados, sin proyecto ni itinerario y con muchos sabios francotiradores que inventamos todo de cero cada día. Por eso, no hace falta reinventar ni copiar nada, hace falta compartir un itinerario y devolver el protagonismo a los destinatarios.

    Y en todo esto, no olvidar los procesos que han de darse antes, durante y después de las actividades especiales. En el documento “57 buenas prácticas en parroquias” elaborado en 2023 tras el estudio de 200 parroquias, recogen algunas ideas relacionadas con estos procesos de discipulado:

    24. La parroquia cuenta con un espacio de acogida que incluye acompañamiento para las personas que han experimentado un método, evento o acción de primer anuncio, previo al discipulado. 

    26. La parroquia, a los que han experimentado algún método o evento de primer anuncio, les ofrece seguir en el discipulado, en grupos pequeños o células para ser acompañados en oración, formación y vivencia de la fe. 

    27. Existe en la parroquia una programación específica para formar discípulos (itinerarios), después del primer anuncio y acompañamiento.

Guía de estilo Marianista