Libertad

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En el momento presente en el que exaltamos la libertad como ausencia de límites y opciones sin fin, debemos ser flexibles en muchas cosas, pero en otras ir al sentido profundo de libertad.

  • Libertad – Iniciación [3]

    Libertad – Iniciación [3]

    Es esencial respetar las formas de participación de los jóvenes en la comunidad, evitando la tendencia de los mayores a querer corregirlas. El enfoque debe centrarse en el interés genuino de la persona por pertenecer, más que en la perfección formal. La asistencia a las reuniones es crucial una vez formada la comunidad, mostrando un… Ver contenido

  • Libertad – Escolar [1]

    Libertad – Escolar [1]

    A los monitores se les debe exigir un compromiso constante. Libertad y responsabilidad van de la mano; cuando asumen una tarea, deben responder con responsabilidad. La rotación frecuente de monitores no favorece la formación de vínculos sólidos entre los jóvenes y sus referentes. Esta situación se asemeja al contexto educativo, donde la constante rotación de… Ver contenido

  • Libertad – Madeleine [1]

    Libertad – Madeleine [1]

    La acogida en la comunidad de fe debe ser sin grandes exigencias. Según Chaminade, debe ser un medio fácil para cumplir los deberes del cristianismo, abierto a quienes no se sienten lo suficientemente fuertes para ser cristianos solos. Los jóvenes necesitan un espacio acogedor sin presión ni compromiso, donde puedan entrar y salir libremente. Ver contenido

  • Libertad – Creación [1]

    Libertad – Creación [1]

    Debemos confiar en la libertad del joven, como lo hizo Dios al crear al ser humano. Darles espacio para distanciarse, tomar decisiones y volver. Como el padre del hijo pródigo, debemos acogerlos con brazos abiertos, demostrando alegría por su retorno. Así estarán listos para formar su comunidad dentro de la Familia Marianista. Ver contenido

  • Conforme van dando pasos como comunidad, es importante conocer, y respetar sus formas de hacer las cosas y de participar en las actividades comunes. Es un clásico que cuando uno se va haciendo mayor, las formas de los jóvenes nos parecen cada vez menos ortodoxas o apropiadas y nos sentimos irracionalmente llamados a “corregir” esas formas. Eso genera una ruptura generacional por el rechazo implícito de una parte contra la otra y viceversa y la consiguiente desafección por las cosas del otro.

    El foco debemos ponerlo en el interés de la persona por estar y formar parte de la comunidad, evitando todo rigorismo formal que busque la perfección en las motivaciones, las formas y el cumplimiento. Lo que sí deberíamos exigir, una vez se ha formado la comunidad, es la asistencia a sus reuniones, porque de lo contrario, no hay un interés real por estar y formar parte de la comunidad y seguiríamos en el punto de “creación de la comunidad”.

  • A nuestros monitores debemos exigirles un compromiso constante. Libertad y responsabilidad no pueden ir separadas y cuando el monitor adquiere el compromiso de una tarea ha de responder con responsabilidad. No puede ser que cada semana los chicos tengan unos monitores diferentes.

    Esto lo vemos cada vez más en el profesorado, en este caso no por falta de compromiso, si no por exceso de frentes: reuniones, actividades especiales, formaciones… que hacen que al profesor haya que estar continuamente sustituyéndolo y los alumnos se acostumbren a no tener figuras de referencia y a no darle importancia cuando pasan a ser monitores.

  • Por otra parte, la acogida en la gran comunidad de fe ha de ser sin grandes exigencias. Según Chaminade “Se presentará como el medio fácil de cumplir todos los deberes del cristianismo. Estará abierta a toda petición sincera de quienes, sin la asociación, no son suficientemente fuertes para ser cristianos”. El joven, y cualquier persona, necesita un espacio acogedor en el que entrar y salir sin presión ni compromiso. Cuando se dé una vinculación mayor, podremos hablar de una mayor exigencia.

  • A la hora de dar libertad, debemos fijarnos en la obra de Dios y su manera de crear libre al ser humano. Si Dios se fio de nosotros, por qué nosotros no vamos a confiar en que el corazón del joven está bien hecho y antes o después se dejará atraer por Dios. Por eso es bueno que dejemos espacio a los jóvenes para distanciarse, tomar sus decisiones y volver. Eso sí, como el padre de la parábola del hijo pródigo, debemos estar a la puerta con los brazos abiertos dispuestos a acoger y no a reprochar, demostrando con hechos que nos alegra su vuelta. Entonces estarán preparados para crear su comunidad dentro de la Familia Marianista

Guía de estilo Marianista