Palabra

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Encarnar la Palabra es algo que nos pedía Chamiande. Acercarla, hacerla vida en la proclamación, en la escucha, en el estudio, en la contemplación, en el acompañamiento. Y así, como con los discípulos de Emaús, conseguir que arda el corazón de quien la reciba.

  • Palabra – Iniciación [3]

    Palabra – Iniciación [3]

    La lectura y comprensión de la Palabra de Dios pueden parecer intimidantes, pero son esenciales para el crecimiento espiritual. Los jóvenes anhelan expresar sus dudas y recibir respuestas, y la riqueza de la Palabra siempre genera interés cuando se presenta con conocimiento y comprensión adecuados. Ver contenido

  • Palabra – Escolar [2]

    Palabra – Escolar [2]

    La explicación de la Palabra de Dios debe ser contagiosa y relevante para los jóvenes. Es crucial evitar sustituir el Evangelio por textos contemporáneos sin vida o integrarlo sin sentido en dinámicas. Necesitamos hacerlo contemporáneo y significativo, como un profesor apasionado por su materia. Ver contenido

  • Palabra – Madeleine [2]

    Palabra – Madeleine [2]

    En la comunidad de fe, la voz de los laicos en la predicación y la formación es vital, como en tiempos de Chaminade. Sin embargo, debemos mantener el fundamento en la Palabra de Dios, evitando que el éxito del mensaje opaque su verdad. Inspirémonos en la predicación evangélica, que se basa en la Biblia, para… Ver contenido

  • Palabra – Impacto [2]

    Palabra – Impacto [2]

    La revelación de Dios se manifiesta a través de la proclamación de la Palabra contenida en las Escrituras. Es esencial cuidar cómo transmitimos esta Palabra en nuestras actividades, encarnándola adecuadamente para que arda en el corazón de quienes nos escuchan. Ver contenido

  • A veces nos puede dar miedo llevar la Palabra de Dios a las reuniones. Nos parece compleja, que va a generar dudas y que no la van a comprender. Sin embargo, en algún momento hay que iniciarse en la lectura de los textos de la Biblia.

    Por otra parte, observamos que a los jóvenes les atrae mucho el poder expresar sus dudas de fe y que les escuchen y las respondan. Además, la riqueza de la Palabra es tan grande y desconocida, que siempre genera interés, si el acompañante o la persona que lleve los contenidos, tiene cierto conocimiento de la Biblia como para hacer exégesis e interpretación adecuada.

    La explicación y comprensión de la Palabra también es un momento de encuentro transformador con Dios, ahí se da también la revelación, no sólo en la oración o en la vivencia de los sacramentos.

  • El entusiasmo de quien explica la Palabra de Dios se contagia y propicia el encuentro con Jesús, sin embargo, demasiadas veces, o bien sustituimos el Evangelio por otros textos poéticos contemporáneos, o bien lo metemos sin sentido en las dinámicas, sin dotarlo de vida, empleando traducciones inadecuadas para los jóvenes, o con un lenguaje incomprensible. 

    Debemos hacerlo contemporáneo, mostrando que es Palabra llena de vida y sentido para nuestro tiempo y, para eso, no basta leerlo. Piénsalo con estas asignaturas: Filosofía, historia, matemáticas, inglés… Cualquier profesor amante de su asignatura, será capaz de entusiasmar al alumno con el contenido de su materia, sea la que sea, porque el entusiasmo es suyo, no del contenido.

  • En la comunidad de fe, se debería escuchar la voz de los laicos en la predicación y en formaciones, como en tiempos de Chaminade, sin embargo, existe el riesgo de poner más atención al éxito del mensaje que al fundamento del mismo, que ha de ser siempre la Palabra de Dios.

    Observando la predicación de pastores evangélicos contemporáneos que podrían ser el ejemplo más cercano a la predicación de los laicos marianistas, podemos percibir que el mensaje es bueno e inspirado, cuando este parte de la Biblia. Así ha de ser todo lo que comuniquemos, recordando que no nos anunciamos a nosotros mismos, sino a Jesús resucitado.

  • Dios se nos revela a través de la escritura, pero no es estrictamente el texto como tal el que es revelación, sino la proclamación de la Palabra en él contenida. El texto es el medio, la Palabra es texto anunciado, por eso es muy importante dar voz a la Palabra y cuidar cómo la transmitimos, si lo hacemos de cualquier manera, o en qué contexto, y cómo lo encarnamos para que sea verdadera revelación que haga arder el corazón en nuestras actividades de impacto.

Guía de estilo Marianista