En líneas generales hemos tendido hacia un modelo más intelectual que vivencial o espiritual y eso nos puede alejar de la dimensión de la fe y la acción del Espíritu. Este es un modelo que se está agotando en la actualidad. La gente busca, cada vez más, conocer el testimonio apasionado en primera persona.
Si de verdad nuestra fe nos mueve y apasiona, tal vez debamos testimoniarlo más explícitamente en nuestro día a día para que no acudan a nosotros para cuestionar intelectualmente a la Iglesia o para hacer exégesis de las escrituras y, a otros carismas, para vivir su fe.

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