Escucha

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Escuchar no es hacer preguntas. María no preguntó en Caná qué tal iban las reservas de vino. Escuchar es estar atento a las necesidades y darse cuenta de que la gente necesita reconocer a Jesús en medio de la boda. Esa escucha activa para descubrir lo que los jóvenes necesitan, es lo que debemos trabajar.

  • Escucha – Familia [8]

    Escucha – Familia [8]

    La escucha activa es crucial al trabajar con jóvenes, evitando la autorreferencialidad y la mundanización. Confiar en las nuevas generaciones es clave, reconociendo la acción del Espíritu en ellas. La presencia activa y el tiempo dedicado a escuchar son fundamentales para comprender sus inquietudes y construir una relación significativa. Ver contenido

  • Escucha – VR [4]

    Escucha – VR [4]

    Escuchar a los jóvenes es fundamental en nuestro carisma, pero a medida que envejecemos, podemos perder esa habilidad. Es crucial aguantar y comprender sus demandas, incluso cuando nos incomodan. El diálogo y la transformación mutua surgen cuando estamos abiertos a recibir y aprender de su perspectiva. Ver contenido

  • Escucha – Escolar [2]

    Escucha – Escolar [2]

    La urgencia y el exceso de propuestas pueden impedir la escucha genuina de los jóvenes. Este diálogo requiere tiempo, paciencia y la disposición a aceptar resultados imperfectos. Es tentador hacer las cosas a nuestra manera para evitar riesgos, pero esto puede alienar a la comunidad. Escuchar va más allá de aceptar sus opiniones; implica reformularlas… Ver contenido

  • Escucha – Madeleine [2]

    Escucha – Madeleine [2]

    La relación con la comunidad de fe debe adaptarse a los tiempos. Así como el fútbol tradicional ya no emociona a los jóvenes, también las prácticas religiosas pueden volverse obsoletas. Es esencial escuchar sus necesidades y estar dispuestos a cambiar incluso aspectos arraigados, como el horario de la Eucaristía, para mantener viva la comunidad. Ver contenido

  • Escucha – Creación [1]

    Escucha – Creación [1]

    Escuchar y comprender las necesidades de los jóvenes es fundamental para construir una comunidad auténtica. Siguiendo el ejemplo de Chaminade, debemos adaptar nuestras acciones a las necesidades del momento, buscando siempre nuevas formas de responder a sus inquietudes y deseos. Ver contenido

  • El joven, en muchos casos, también se toma a sí mismo como referencia y cree que lo que vive y necesita es lo que viven y necesitan todos los jóvenes. Por eso, a la hora de escucharles, no debemos quedarnos con lo primero que nos digan o dar por buena cualquier cosa. En este sentido de la autorreferencialidad, existe el peligro de mundanizarnos al tratar de inculturarnos dejándonos arrastrar por modas o criterios no contrastados, que responden a sus deseos, pero no al crecimiento de la vida de fe de las personas.

    Dentro de la Familia Marianista llevamos a cabo iniciativas muy buenas y muchas veces acertamos en propuestas o modos de actuar, sin embargo, la falta de humildad en el que habla y en el que recibe la información, puede hacer que, cosas que se podrían exportar de una ciudad a otra, acaben desechadas por cómo se transmiten. Una escucha sana, nos ayuda a aprender de los éxitos del otro sin sentirnos humillados y a contar los nuestros con humildad.

    A todos nos cuesta confiar en las siguientes generaciones, es un clásico el que parece que todo termina en uno mismo y que a partir de ahí ya nada volverá a ser como antes. Le pasa incluso a los monitores en cuanto llevan un año en el grupo. Esta falta de confianza en las siguientes generaciones ocurre, entre otras cosas, porque no se da una escucha activa entre las partes. Del mismo modo, deberíamos confiar más en el Espíritu que actúa en las personas y en que Jesús no eligió a los mejores y que, los que nos han precedido, tampoco eran tan buenos. Por eso, hemos de ponernos también a la escucha de Dios en la oración, para dejar de ser yo la referencia de todo.

    Lo que no conocemos nos da miedo o, al menos, no empatizamos con ello. Por eso, si no conoces a la persona que tiene un problema o una necesidad, no le buscas solución. Cuando conocemos a la otra persona podemos amarla, antes no. Por eso, si nos preocupamos por las necesidades de los jóvenes, hay que conocerlos, ir a su terreno, hacerse presente en sus cosas, jugar con ellos, estar en sus reuniones, ayudarles en sus voluntariados, interesarnos por ellos, llamarles si se distancian. Todo esto no es hacerles preguntas, es escuchar respuestas.

    Cuando pasas tiempo con los jóvenes acompañando un grupo, puedes notar que se dispersan mucho. Si son amigos, enseguida se van a hablar de sus temas comunes y se va mucho el tiempo de la reunión. Sin embargo, muchas veces hace falta dedicar ese tiempo a escucharles en lugar de caer en la tentación de reconducir la reunión, porque es ahí donde conoceremos sus inquietudes y el plano en el que se mueven. Al hablar de sus cosas delante de nosotros, nos hacen partícipes de su mundo y nos escuchan más. Escuchar es también no imponer nuestros tiempos y nuestra eficiencia.

  • Los jóvenes agradecen sentirse escuchados por los religiosos, lo tienen como algo característico de nuestro carisma y lo demandan. Pero, conforme nos hacemos mayores, vamos entendiendo cada vez menos lo que ocurre en el mundo y por tanto lo juzgamos cada vez más como algo negativo, feo, malo y que da miedo. 

    Para entender el grito que hay detrás de las propuestas que no comprendemos, primero hay que aguantar frente a ese grito y escucharlo.  Y para descubrir la belleza que esconde, como nos invita a hacer José Cristo Rey García de Paredes, debería preguntarme ¿cuál es el mensaje que quiere transmitir ese colectivo que me incomoda? ¿Qué me sucede a mí, que no logro ver la bondad que esto puede tener? Quizá el escándalo me impide ver más allá y me estoy perdiendo una gran belleza.

    El hombre no existe más que en diálogo con su prójimo. Ha de haber palabras pero también respuestas, ha de haber feedback a imagen de la trinidad. Tiene que haber encuentro entre personas. Es dar y recibir, pero aprender a escuchar con la voluntad de recibir algo que me transforme, a veces, es más difícil. La escucha a los jóvenes ha de transformarme, tanto a mí como a ellos.

  • La urgencia con que hacemos las cosas y el exceso de propuestas son incompatibles con la escucha o el diálogo con los jóvenes, que requiere plazos más inciertos y resultados inesperados o imperfectos y sin duda, más trabajo. Además, de todo esto tendremos que dar cuenta nosotros como responsables últimos aunque la solución adoptada tampoco fuera de nuestro agrado. De ahí la tentación de hacer las cosas a mi manera para no arriesgar y ser más productivo. Esto nos permite sacar adelante más actividades, pero hace que estas actividades interesen cada vez a menos gente.

    Al plantearnos la escucha y el diálogo, hay que ir más allá de lo que nos digan. Por ejemplo: es importante acertar con los horarios de las propuestas que hagamos, pero ante la pregunta directa de cuándo les viene bien algo, probablemente no se pondrán de acuerdo, porque cada uno habla desde su propia agenda y prioridades, no piensan en el global de los jóvenes ni en cambiar sus actividades para que le encaje a otros. Por tanto, habrá que conocer sus intereses, pero ser capaces de reformularlos en propuestas coherentes. No es hacer lo que ellos digan, sin más.

  • Pensando en cómo debería ser la relación o la vivencia de la comunidad de fe, debemos asumir que los formatos se agotan con el tiempo, aunque nos parezca que hay cosas que nunca cambiarán. Por ejemplo: a los jóvenes les aburre el fútbol tradicional, es monótono, hay mucho tiempo muerto y es previsible. Además, la atención está fijada en un único punto. Su ocio, sin embargo, es todo lo contrario y por eso surgen propuestas nuevas como la Kings League. Claramente hace falta emplear odres nuevos que encajen con su forma de interactuar con el mundo y, estas formas nuevas las hemos de descubrir hablando con ellos.

    Algo muy evidente en cuanto a la escucha es el tema del día y hora de la Eucaristía de la comunidad. Un cambio en esto puede ser decisivo. Que la misa haya sido durante los últimos 20 años los domingos a las 12:00, no significa que encaje con la vida de la comunidad de fe actualmente, aunque a la comunidad religiosa que vive en ese lugar le venga mejor a esa hora por sus rutinas.

  • En ingeniería, el diseño de un producto responde a una necesidad del cliente. Sin embargo, cuando diseñamos productos que nadie ha demandado, o generamos esa necesidad a posteriori pervirtiendo la finalidad del marketing, o simplemente fracasamos en nuestra propuesta. Por eso, es muy importante escuchar y entender la necesidad de los jóvenes en cuanto a la creación de su comunidad y, a partir de ahí, ayudarles a construir una nueva realidad que responda adecuadamente a esa necesidad, porque se trata de crear su comunidad, no de amoldarse a una comunidad ya creada según una plantilla ideal.

    Nuestro máximo referente de escucha y adaptación es, sin duda, el propio Cahminade. Ignacio Otaño nos habla así de su forma de entender la adaptación:

    «Es necesario que el médico adapte sus remedios a las necesidades y al temperamento del enfermo. La actual enfermedad de los espíritus es de tal naturaleza que sólo se puede tratar su curación siguiendo un camino nuevo […] Le gustaba comparar su camino al de un riachuelo apacible que, cuando encuentra un obstáculo, no se obstina en superarlo. Es el propio obstáculo el que, al detener el riachuelo, lo hace crecer y aumentar hasta tal punto que pronto se eleva por encima de su nivel, lo supera, lo desborda y sigue su curso”. (Pág. 34-35)

    Sin embargo, muchas veces cuesta saber lo que piensan y sienten de verdad por distintas barreras, por falta de confianza en el acompañante, o entre miembros del grupo, o, a veces, porque ellos mismos tampoco lo saben. Como en el ejemplo del médico, hay que ir observando síntomas y planteando hipótesis hasta acertar.

    El concepto de participación del cristiano en la Iglesia está, muchas veces, reducido a la asistencia a la misa dominical o a charlas formativas, y, hacer participar al joven de algo en lo que sólo puede estar callado mirando durante una hora es impensable. 

    Los jóvenes están acostumbrados a formatos muy participativos, lo que ahora arranca en la Iglesia como sinodalidad, los jóvenes lo practican como una especie de democracia en Twitch donde entre todos deciden y participan en una serie de cosas de lo que hace el streamer. Para ellos, es impensable ser espectadores pasivos, aunque, de hecho, pasen las horas, más que nunca, viendo a influencers hablar. Sin embargo, en ese ejercicio de escucha, tienen la potestad de interactuar, tomar decisiones, elegir cuando se van. Por eso, no podemos crear grupos basados en la escucha pasiva de un formador, modelo que, además, ya sufren en la universidad.

    En la creación de la comunidad debemos ponernos a su servicio, arrodillarnos ante el joven. Pero no con las manos vacías, sino cargadas de propuestas que vienen de la experiencia, dispuestos a desecharlas todas si ninguna encaja con lo que están buscando. La participación que tiene un joven en redes con respecto a los influencers es muy poca, sin embargo la perciben como un gran gesto de escucha. Y cuando el joven se siente escuchado, se siente protagonista, aunque en el fondo no lo sea tanto.

Guía de estilo Marianista