A la hora de preparar una oración, es sorprendente que, gente ya mayor, religiosos o laicos y con un recorrido de fe prolongado, sigan sin hacer oraciones con una estructura bien cuidada, con unos contenidos elegidos coherentemente con la Palabra y la música apropiada.
El ideal en cualquier oración o celebración es poder contar con música en directo, puesto que ayuda más a que todo el mundo cante, y permite controlar mejor los tiempos y los ritmos de la oración. Sin embargo, son pocos los que se manejen bien con los instrumentos y con el canto y, muchas veces, condicionamos las canciones a las capacidades del coro dando como resultado un repertorio aleatorio de canciones que son las que se saben o les apetece cantar, aunque no tengan nada que ver con la oración prevista.
Debemos cuidar las formas en estos dos aspectos: procurando tener un coro que cante en directo y garantizando que las canciones y demás contenidos sean coherentes con el tema de la oración y el público.
Hablando de las formas en las oraciones, conviene mencionar los recursos tanto tecnológicos como los soportes en papel que han de reflejar la belleza y ser prácticos, es decir: cumplir con su función de ayudar a rezar y estar bien preparados y controlados por quien lleve la oración. Jesús no enseñó a rezar con un PowerPoint ni con una hojita, el foco de atención ha de estar, con diferencia, en el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo y lo demás no ha de captar nuestra atención.

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