4. Formas y contenidos

51 elementos disponibles

Tener acompañantes adecuados | Elevar la vida de fe y formación de los acompañantes | Tener un plan de nueva evangelización | Concretar itinerarios |
Manejar la Palabra | Ofrecer oración reglada | Elevar la profundidad de los encuentros | Equilibrar momentos | Preparar bien las cosas | Cuidar las formas | Cuidar la comunicación | Evaluar con misericordia | Ser abiertos, no relativistas

  • Apertura – Iniciación [2]

    Apertura – Iniciación [2]

    Chaminade promueve la acogida de personas con distintos niveles de vida cristiana, pero también enfatiza la importancia de que deseen crecer en su fe dentro de la comunidad. La apertura no debe ser pasiva, sino orientada hacia el crecimiento espiritual en comunidad. Ver contenido

  • Formación – VR [2]

    Formación – VR [2]

    El «Estado religioso en el mundo» propuesto por Chaminade busca una vivencia más radical y dedicada de la fe, potenciando la vocación bautismal y los consejos evangélicos. Este estado, aún no oficial, podría preservar la congregación en tiempos de persecución. José Cristo Rey García Paredes destaca la formación como un proceso de embellecimiento espiritual, esencial… Ver contenido

  • Palabra – Escolar [2]

    Palabra – Escolar [2]

    La explicación de la Palabra de Dios debe ser contagiosa y relevante para los jóvenes. Es crucial evitar sustituir el Evangelio por textos contemporáneos sin vida o integrarlo sin sentido en dinámicas. Necesitamos hacerlo contemporáneo y significativo, como un profesor apasionado por su materia. Ver contenido

  • Equilibrio – Impacto [1]

    Equilibrio – Impacto [1]

    En las actividades, es esencial encontrar un equilibrio entre los elementos que conforman nuestro carisma marianista: testimonio, oración, formación, acompañamiento personal y convivencia. Adaptar estas proporciones según el perfil y las necesidades de los participantes garantiza resultados significativos. Incorporar más acompañantes de diversas ramas puede fortalecer la vivencia comunitaria y el apoyo individual. Ver contenido

  • Plan – Escolar [1]

    Plan – Escolar [1]

    Chaminade visionó la recristianización de Francia a través de la educación escolar como medio efectivo. Hoy, con la influencia masiva de la tecnología, debemos replantear estrategias que aborden los nuevos agentes de formación cultural y pensamiento, sin perder de vista la importancia de la educación religiosa. Ver contenido

  • Preparación – Escolar [1]

    Preparación – Escolar [1]

    La importancia de la preparación y la estructura en las actividades se ve eclipsada por la inmediatez. Es crucial planificar con detalle, tener objetivos claros y contenidos bien preparados. Sacrificar algunas propuestas anuales permite dedicar más tiempo a la preparación, generando resultados de mayor calidad y profundidad. Ver contenido

  • Plan – Madeleine [1]

    Plan – Madeleine [1]

    La comunidad Madeleine ofrece un constante primer anuncio seguido de procesos de iniciación. Aplicar recursos para acompañar a los nuevos en un plan establecido fortalecería la integración y crecimiento en la fe, evitando la dispersión y fomentando una vinculación significativa. Ver contenido

  • Comunicación – VR [1]

    Comunicación – VR [1]

    La falta de comunicación interna en la vida religiosa afecta la eficacia en el trabajo con los jóvenes y lleva al rechazo de iniciativas no pastorales. Es crucial mejorar la transmisión del Proyecto Provincial para fomentar la participación y evitar la desafección. Podemos ser más creativos en la comunicación, utilizando medios como vídeos estructurados en… Ver contenido

  • Evaluación – Escolar [1]

    Evaluación – Escolar [1]

    A pesar de no ver resultados inmediatos, sembramos semillas de fe en iniciativas escolares. La paciencia revela frutos a largo plazo, como testimonian grupos como Guinomai, donde exmiembros reconocen la importancia de su experiencia en la maduración de su fe. No obstante, debemos evaluar críticamente nuestras acciones y reconocer carencias. Ver contenido

  • Oración – Impacto [1]

    Oración – Impacto [1]

    Los jóvenes buscan espacios de silencio y oraciones contemplativas, alejándose de la saturación sensorial. Hakuna ejemplifica esta tendencia en sus adoraciones sin participación externa. Aunque tememos el silencio, es vital en nuestra oración para permitir a Dios hablar. Ver contenido

  • Plan – Iniciación [1]

    Plan – Iniciación [1]

    La coherencia en los itinerarios y modelos de fe y comunidad dentro de la Familia Marianista nos igualaría en nuestras propuestas para los jóvenes. Siguiendo modelos repetibles, como en deporte, podríamos avanzar juntos y evitar la disparidad entre ciudades. Esta idea, heredada de las ‘misiones populares’ del siglo XVII, requiere una marca y un plan… Ver contenido

  • Apertura – Escolar [1]

    Apertura – Escolar [1]

    La fe no puede ser relegada a lo voluntario o subordinada a otras actividades. Aplazar actividades de fe durante exámenes transmite un mensaje erróneo: la fe no es el eje central. Esta actitud genera cristianos adornados con la fe en lugar de vivirla auténticamente. Ver contenido

  • Preparación – VR [1]

    Preparación – VR [1]

    La vida religiosa requiere ritos que reflejen belleza y comunidad. Necesitamos diseñar nuevos rituales que lo logren, pero esto demanda preparación y tiempo. Los laicos jóvenes pueden ser clave en este proceso de creación. Es hora de buscar esa nueva belleza que inspire y trascienda. Ver contenido

  • Oración – Creación [1]

    Oración – Creación [1]

    La oración emerge como centro vital en las comunidades juveniles, forjando auténtica comunión. Sin priorizar lo intelectual, la comunidad deviene en grupo sin cohesión. La formación surge tras consolidar la oración como eje, inspirada en la espiritualidad marianista y los cinco silencios de Chaminade. Ver contenido

  • Formas – Madeleine [1]

    Formas – Madeleine [1]

    En una Eucaristía exitosa, un buen coro, un sacerdote acogedor y un ambiente comunitario son clave. Debemos valorar estos elementos y asegurarnos de su calidad para fortalecer el encuentro de la comunidad en la celebración. Ver contenido

  • Apertura – Creación [1]

    Apertura – Creación [1]

    Es crucial encontrar un equilibrio entre la apertura y la identidad en las comunidades. La falta de límites puede resultar en grupos difusos sin verdadera comunidad. Es necesario establecer fronteras claras para fomentar la intimidad y confianza en la vida compartida. Ver contenido

  • Formas – Impacto [1]

    Formas – Impacto [1]

    La belleza de la música, como en Hakuna y Hillsong, moviliza corazones y comunica la fe. Con la tecnología, los jóvenes llevan capillas portátiles en sus móviles. Integrar esta música en nuestras actividades fortalece el mensaje. La composición de nuevas canciones en la Familia Marianista refleja este impulso. Ver contenido

  • Profundidad – Madeleine [1]

    Profundidad – Madeleine [1]

    La diversidad de niveles de adhesión en la comunidad de fe requiere una oferta que se adapte a las diferentes demandas. Los buscadores necesitan respuestas profundas y debemos aprovechar su empuje como testimonio e inspiración, ofreciéndoles un camino más profundo en lugar de conformarnos con lo mínimo para todos. Ver contenido

  • Formas – Familia [1]

    Formas – Familia [1]

    En la preparación de la oración, es esencial cuidar la estructura, los contenidos y la música. Idealmente, contar con música en vivo facilita la participación, pero debemos asegurar coherencia entre canciones y tema. Además, los recursos tecnológicos o en papel deben ser prácticos y respetar la centralidad en Dios. Ver contenido

  • Profundidad – Creación [1]

    Profundidad – Creación [1]

    En la creación de la comunidad, es crucial reconocer las distintas motivaciones y expectativas de los jóvenes y adaptar la profundidad de la oferta a sus necesidades. Es fundamental acompasar los ritmos de los miembros para construir una comunidad sólida, alentando la paciencia y la mansedumbre en unos y despertando el entusiasmo en otros hacia… Ver contenido

  • Oración – CLM [0]

    Oración – CLM [0]

    Los laicos marianistas pueden crear espacios de fe en la ciudad, inspirados en nuestro carisma. Han demostrado capacidad para ello, como en el caso de Hakuna. Recuperar iniciativas anteriores, como los espacios de oración al estilo de Taizé, puede revitalizar la misión evangelizadora comunitaria. Ver contenido

  • Como vemos en nuestro carisma, Chaminade está abierto a acoger a todo tipo de personas sea cual sea su nivel de vida cristiana, pero no para que se mantengan en la indefinición, sino para recorrer con ellos un camino de iniciación en la vida cristiana dentro de la comunidad.

    “Chaminade quiere mostrar claramente que, en la congregación, existen personas con distinto nivel de vida cristiana y sostiene que es preciso que la comunidad siga acogiendo a personas que no tienen una buena educación religiosa previa o que han estado alejadas de la fe, pero quieren realmente crecer en su vida cristiana en el seno de la congregación.” (Pág. 50)

    Este es un matiz importante que se nos olvida a veces y nos limitamos a estar abiertos a todo y a todos, pero sin pedir la segunda parte que “quieran realmente crecer en su vida cristiana en el seno de la congregación”, y la apertura se convierte en una falta de exigencia y en indefinición por un falso respeto al nivel de cada uno. El fin no es aceptarlo todo, el fin es llevar a Jesús a todos.

  • Antes de la existencia de la vida religiosa marianista, Chaminade pide a un grupo determinado la misma vivencia que a los congregantes, pero con más radicalidad y dedicación. Hoy esto nos puede resonar también en la vida religiosa heredera de ese “Estado” y, a la vez, estar atentos también al peligro que apunta:

    El fin y las características de ese «estado religioso en el mundo» coinciden con los de la congregación, pero vividas con más radicalidad y dedicación […] «los jóvenes que pertenecen al centro de la congregación son los que… han tomado una más fuerte determinación para progresar en la virtud y trabajar en el sostenimiento y propagación de la congregación» […] no se trata de añadir nada al ser de cristiano sino de potenciar esa vocación de bautizado […] «podrían derivarse inconvenientes del hecho de que pareciese que ellos hacen más cosas; lo único que hace falta es que hagan mejor» […] «no hacen los votos de religión pero deben tomar su espíritu» […] «procurarán conocer los consejos evangélicos. Pedirán a Dios poder saborearlos, agradecerán a menudo los santos compromisos adquiridos». (Pág. 54-55) Un núcleo no reconocido, sin existencia oficial, podría evitar la desaparición de la congregación en tiempos de nuevas persecuciones […] quizá el motivo más fuerte de Chaminade para el «secreto» estuviese en el deseo de que los miembros del «Estado» fuesen levadura dentro de la masa sin ser notados y, al mismo tiempo, no imponer a todos los congregantes un tipo de vida prácticamente equivalente al estado religioso. […] «Si la élite hubiese formado abiertamente una asociación particular, la congregación habría corrido el riesgo de tomar un carácter de perfección que inevitablemente apartaría de ella a los débiles, vacilantes, o sea, precisamente los que había que transformar en buenos cristianos […]  El «Estado» va evolucionando hacia un Instituto religioso […] «desapareció tras la fundación de la Compañía de María» (Pág. 58-59)

    Para lograr esa mayor radicalidad, es necesario entrar en la espiral de perfeccionamiento entendido, no como virtud sino como belleza, como apunta José Cristo Rey García Paredes, haciendo referencia a la Filocalia como ese “amor a lo bello” que contenía el conjunto de enseñanzas de los maestros espirituales. La formación es un proceso de embellecimiento, lo contrario es la deformación que afea. La belleza salvará a la comunidad, dice. Habla de una realidad como un conjunto de fragmentos desconectados que han de integrarse con el resto por medio de la formación. No basta con el bautismo ni la profesión religiosa como piezas que ocurren en la vida, hay que entrar en procesos de formación como en una continua espiral de la belleza.

  • El entusiasmo de quien explica la Palabra de Dios se contagia y propicia el encuentro con Jesús, sin embargo, demasiadas veces, o bien sustituimos el Evangelio por otros textos poéticos contemporáneos, o bien lo metemos sin sentido en las dinámicas, sin dotarlo de vida, empleando traducciones inadecuadas para los jóvenes, o con un lenguaje incomprensible. 

    Debemos hacerlo contemporáneo, mostrando que es Palabra llena de vida y sentido para nuestro tiempo y, para eso, no basta leerlo. Piénsalo con estas asignaturas: Filosofía, historia, matemáticas, inglés… Cualquier profesor amante de su asignatura, será capaz de entusiasmar al alumno con el contenido de su materia, sea la que sea, porque el entusiasmo es suyo, no del contenido.

  • En las actividades de impacto, vemos que es bueno buscar un buen equilibrio entre los distintos elementos de nuestro carisma que mueven a la persona: testimonio, oración, formación, acompañamiento personal, tiempo personal y convivencia. Cuando estos elementos no se dan en su justa medida, o en el marco real de la comunidad, vemos que falta algo, podemos haber hecho una convivencia muy chula, pero quedar en nada por la falta de algún otro ingrediente. 

    Además, según el momento vital de los participantes o el tipo de actividad, las proporciones deberán variar, por eso es importante hacer un buen diseño de la actividad así como del perfil de jóvenes a los que va dirigida, para que dicho equilibrio tenga sentido y dé buenos resultados.

    Mirando nuestras actividades, tal vez percibamos que la parte testimonial está muy coja y que sigue teniendo demasiado peso la voz de un predicador que expone un tema de manera brillante, pero que no visibiliza en ningún momento la vivencia comunitaria. Así mismo, nos sigue costando mucho ofrecer el acompañamiento personal en las actividades y que los jóvenes lo acojan. Todos estos elementos se podrían abordar si en las actividades participaran un mayor número de acompañantes de las distintas ramas, que visibilicen una comunidad, que den testimonio, que recen juntos y que se ofrecen a acompañar personalmente a los jóvenes durante la actividad, incluso antes y después de la misma.

  • Chaminade tenía un plan: recristianizar Francia, reconstruir la sociedad, y la forma que encontró como más eficiente fue la de actuar sobre los jóvenes a través de las escuelas. Así nos lo cuenta Ignacio Otaño:

    “Llevar a más de tres cuartas partes de la población los principios de la fe, a la par que los conocimientos humanos” (Pág. 76).  “los hijos se convierten en apóstoles de sus padres y su apostolado siempre produce frutos; eso me hace decir que estas escuelas son un medio de reformar el pueblo” (Pág. 76)

    Hoy, esta vía sigue siendo muy buena, pero no debemos olvidar que hay muchos otros agentes de educación masiva que no existían en la época y que están teniendo un impacto mayor en la formación del pensamiento y la transmisión de la cultura: televisión, redes sociales, plataformas de streaming, juegos online, inteligencia artificial, y lo que siga surgiendo. Será un error olvidarnos que Chaminade escogió el mejor medio de su época entre los tres únicos que tenía: la familia, la escuela y la parroquia. No estamos en la misma situación, ni de lejos y no tenemos un plan al respecto.

  • La inmediatez hace que demos más importancia a la ejecución de muchas actividades y poca o ninguna a su preparación de manera que hacemos muchas cosas pero no siempre podemos decir que las hagamos bien. 

    Hace falta estructura y planificación, un programa que seguir, unos contenidos, un objetivo y que todo eso esté bien preparado y bien acabado. Todos sabemos distinguir cuando las cosas están bien hechas y los resultados siempre son mejores si hemos dedicado más tiempo a la preparación.

    Pero para preparar mejor las cosas, con el tiempo que tenemos, hemos de asumir que tendremos que abandonar muchas de las propuestas que lanzamos año tras año. 

    Por otro lado, si vamos dejando las cosas bien preparadas y documentadas, no será necesario repetir el trabajo año tras año y, el esfuerzo de preparación hecho un año, podrá valer para repetir dicha actividad y poder dedicarnos a preparar otra o a mejorar la primera, logrando un crecimiento mayor en calidad y hondura de lo que hacemos.

  • La comunidad de fe o Madeleine, debe ser el lugar del primer anuncio constante seguido de procesos que lleven a la creación e iniciación de comunidades. Los jóvenes y mayores que se acercan a la comunidad Madeleine, reciben el testimonio de los ya iniciados. Sienten libertad y a la vez vinculación. En ese contexto, sería muy positivo aplicar los recursos suficientes para acompañar a estas personas, preservando siempre su libertad, a dar un paso más de integración y crecimiento en la fe según un plan establecido, en lugar de quedarnos cada uno con nuestra comunidad y desentendernos del resto o dejar que las cosas broten como sea y donde sea de manera espontánea.

  • En la vida religiosa existe un déficit importante en la comunicación interna que nos lleva a no aprovechar bien nuestras energías en el trabajo con los jóvenes y a rechazar o bloquear iniciativas por motivos que no tienen que ver con lo pastoral. 

    Entre los religiosos, la sensación, muchas veces, es que no se conoce el Proyecto Provincial y eso provoca el desinterés y la desafección de los religiosos que no se sienten parte en las decisiones y se van distanciando. Esto, evidentemente, es por falta de comunión en los religiosos, pero también por un claro problema de comunicación que se puede trabajar hasta conseguir transmitir las cosas adecuadamente en forma, medio, tono y momento.

    Ya que nos decimos expertos en pedagogía, podríamos ser mucho más creativos y pedagógicos en la comunicación. Y, una forma, pero no la única, podría ser la de crear vídeos cortos para desarrollar cada tema, mostrándolos, bien estructurados, en una web, para poder elegir lo que necesites adaptado a cada realidad. Esta idea es la que se aplica, precisamente, en estos vídeos que estás viendo.

    Y, en todo caso, la comunicación ha de implicar a las partes, no se trata de que yo, fecunda fuente del saber, te doy, una información, a ti, profundo pozo de ignorancia. La comunicación es multidireccional y continuamente escuchamos a gente decir que se quedan fuera de las decisiones, que se han enterado de tal cosa por terceros y esto alimenta el flujo del chismorreo. Hoy contamos con muchas herramientas que facilitan la escucha de todas las voces que deseen comunicar algo y la gestión de dicha información. Además, en el camino hacia la sinodalidad al que nos llama la Iglesia y que, iniciativas como el LiDE, están ya desarrollando, obtendremos respuestas del Espíritu para los actuales problemas adaptativos, cuando demos voz a los que no la suelen tener.

  • Durante la etapa escolar llevamos a cabo un gran número de iniciativas para trabajar la fe de los jóvenes, sin embargo, rara vez vemos algún fruto en el corto plazo. Esto nos puede llevar a una evaluación negativa de lo que hacemos. Sin embargo, una observación a más largo plazo, nos dice que debemos tener paciencia y fe en lo que sembramos, sin dejar de ser críticos en nuestras evaluaciones. 

    Por ejemplo, en los grupos Guinomai, que en algunas ciudades llevan más de 30 años, por lo general, no vemos conversiones ni grandes frutos en el día a día, pero sembramos y, con el paso del tiempo, encontramos, cada vez a más jóvenes adultos que pasaron por dichos grupos y que, al hacer una lectura de su fe con más perspectiva, reconocen lo decisivo de su experiencia en el grupo de fe, para posibilitar otros pasos posteriores que les hicieron madurar en su relación con Dios. 

    Aún así, no debemos caer en el buenismo o el positivismo en nuestras evaluaciones y recordar que hay muchas carencias en nuestras iniciativas, empezando por recordar que no siembra igual uno que vive la fe que uno que la rechaza y que la huella que deja un sembrador o el otro, es distinta.

  • Los jóvenes reclaman espacios de silencio frente a la multitud de estímulos externos y que las oraciones sean sencillas y no exijan mucha atención intelectual o sensorial, que sean más contemplativas.

    Esto lo vemos claramente en las adoraciones de Hakuna donde no hay participación de los asistentes, más allá de lo que cada uno viva en su interior. Sin embargo, aún nos dan miedo los silencios en nuestras oraciones, y parece que si no ha habido peticiones compartidas, ha faltado algo y pasamos a que la oración sea un momento para compartir entre nosotros, lanzarnos peticiones y acciones de gracia unos a otros y dejamos fuera a Dios, pero estamos en un tiempo de callar más nosotros pacificar nuestros sentidos y nuestro corazón, y dejarle a él más espacio para hablar.

  • A nivel de fe y vida de comunidad, observamos que, lo que pedimos y ofrecemos a nuestros jóvenes en una u otra ciudad es bastante diferente. Mientras que, a nivel deportivo, todos los colegios están más o menos igual y eso les permite encontrarse en competiciones y avanzar juntos.

    Tener itinerarios y modelos repetibles también en temas de fe y comunidad, dentro del marco de la Familia Marianista, ayudaría a ponernos todos al mismo nivel. Al fin y al cabo en todas las ciudades conocen Hakuna y los retiros Effetá y los reproducen con éxito ¿Por qué nuestros retiros son tan distintos según ciudades? ¿Por qué no seguimos un plan común? ¿Es realmente por adaptarnos al contexto, o hay algo de querer competir entre los diferentes autores para lograr un mayor reconocimiento personal?

    Esta idea de los modelos repetibles que ahora vemos en otros grupos y que transforman la sociedad como una especie de franquicias de una marca, lo hereda Chaminade de las “misiones populares” del siglo XVII. Para lograr algo así, es necesario tener muy bien definida la marca y el plan: 

    La fundación del colegio-seminario San Carlos era un intento de entregarse a una misión permanente, idea que habría de estar tan presente en el futuro del P. Chaminade. La Francia del siglo XVII había conocido el despertar de las misiones populares por la necesidad urgente de una recristianización de las masas. El galicanismo reinante había retrasado las reformas del Concilio de Trento, y la situación de las parroquias era lamentable. Ardientes misioneros como San Juan Eudes (1601-1680) o San Vicente de Paúl, entre otros, consiguen extender por todo el país este medio pastoral de las «misiones populares». (Pág. 7)

  • Hemos confundido apertura con hacerlo todo voluntario y relegarlo al último lugar de la vida. De esta forma, en el colegio, al hacer las cosas de fe voluntarias o supeditarlas al resto de actividades, transmitimos un mensaje confuso. 

    Pongo un ejemplo: en tiempo de exámenes y en muchas otras ocasiones, se suspenden o aplazan las actividades de fe como la catequesis. Ante esto ¿qué aprende el joven? que la fe es un complemento de la vida que va en función del resto de cosas y no el eje central que lo vertebra todo. Así sacamos al mundo cristianos que no viven desde la fe sino que se adornan con ella.

    Esa superprotección a la que sometemos a los jóvenes, especialmente entorno a los exámenes, sólo hace que generarles más ansiedad. Sin embargo, en la vida, van a tener que afrontar momentos de mucho más estrés y dificultad que los exámenes de bachillerato. En todo caso, les habremos enseñado a que cuando viene el estrés, no hay que perder el tiempo en las cosas de la fe, con lo que nunca podrán acudir a Jesús cuando estén “cansados y agobiados” para que él sea su descanso porque no lo hicieron cuando tenían edad y un contexto seguro para vivir esto. Y, probablemente, tampoco habrán sacado más nota en selectividad por saltarse cuatro reuniones de catequesis.

  • Mirando a la vida religiosa, también necesitamos una preparación para volver a reflejar la belleza que todos anhelamos. Los ritos crean comunidad y pueden ser expresión de la belleza. Sin embargo, nos hemos cerrado a un rigorismo que elimina toda esa belleza. 

    Debemos diseñar los nuevos ritos que reflejen la belleza, tanto en nuestra liturgia como en nuestra vida diaria y en nuestros espacios. Pero eso requiere también una preparación y un tiempo. De lo contrario, la vida nos llevará a seguir repitiendo los mismos rituales y reglamentos que nos permiten actuar sin pensar, reflejando la fealdad de quien ya no espera nada en la vida. 

    Necesitamos nuevos artistas y otros profesionales que nos ayuden a diseñar esta nueva belleza, dejar que los laicos jóvenes sean ahora quienes nos ayuden y saquen de nosotros mismos. Ya hay algunos grupos que van por esa línea y los demás debemos aprenderla.

  • Durante mucho tiempo, la oración no ha sido el centro en las comunidades de jóvenes que poníamos en marcha. Probablemente porque tampoco era el centro en nuestras comunidades o vivencia personal de la fe. Sin embargo, vemos una creciente demanda de oración y silencio en los jóvenes, hasta el punto de que se organizan entre ellos para quedar a rezar todas las semanas y de ese encuentro semanal, se constituyen en comunidad, cuando han compartido su fe y su experiencia de Dios. 

    En cambio, si en la creación de la comunidad ponemos el foco en lo intelectual, o anteponemos la misión de cada uno a la comunidad, esta, nunca pasará de ser un grupo de amigos o conocidos e irá desapareciendo conforme cambien las circunstancias personales de sus miembros.

    Así, vemos hoy comunidades de jóvenes que pueden llevar ocho o diez años, que siguen sin sentirse vinculados como comunidad y que siguen sin rezar juntos, más que una vez al trimestre o cosas así. Estos no han superado la fase de creación de la comunidad, son un grupo de fe que no reza.

    En todo esto, la formación vendrá después de que la oración sea lo que convoca. Además, desde la oración se puede formar en la espiritualidad marianista.

    El silencio que los jóvenes demandan puede ir muy bien orientado con el método de los cinco silencios de Chaminade y la oración sobre el Credo para ocupar la mente y el corazón con Dios.

    Reforzando esta idea, recojo uno de los elementos que ofrecía Simler al hablar del espíritu interior que pedía Chaminade a los religiosos, y que es válido para cualquier marianista. 

    «Insistirá en la meditación de fe y en la oración sobre el Credo posibles para que Dios ocupe la mente y el corazón del apóstol.» (Pág. 73)

  • En una eucaristía, cuando las cosas funcionan, la gente está a gusto y quiere volver, percibimos que hay una serie de ingredientes comunes que se repiten y que son obvios: Hay un buen coro, fiel cada domingo, con un repertorio propio de canciones que van actualizando y que va siendo conocido por la comunidad; Hay un buen cura y es que, aunque sea políticamente incorrecto, el hecho de ser cura no implica ser una persona que transmita la Buena Noticia adecuadamente, o por el lenguaje, o por el tono, o por la mentalidad, o por la lucidez, o por la capacidad de adaptarse a la comunidad que asiste a la Eucaristía; Por último, hay un buen ambiente, antes, durante y después de la celebración, es decir que hay una comunidad que se alegra de encontrarse cada domingo y echa de menos este encuentro si, por lo que sea, no se produce. 

    Debemos dar importancia a estos tres aspectos y cuidar la forma en que los llevamos a cabo poniendo los medios necesarios para cambiar todo aquello que esté impidiendo que la Eucaristía sea el lugar de encuentro de la comunidad. La culpa no es de la falta de compromiso en los fieles que no asisten. Es, más bien, de la falta de fidelidad de los que asisten asiduamente, que no ponen atención a las formas en cada uno de estos aspectos.

  • Nos da miedo generar comunidades cerradas en sí mismas y es normal. Debemos ser abiertos y acogedores como marca nuestro carisma, pero hay un equilibrio que no acabamos de lograr. A veces las comunidades demasiado abiertas son en realidad grupos sin identidad donde no percibimos el contorno de dicha comunidad porque no existe. No sabemos quién pertenece y quién no o qué supone la pertenencia y no se llega a generar un clima de intimidad y confianza donde compartir la fe y la vida, porque, ni siquiera sé quién forma parte realmente del grupo, con lo que no llega a ser una verdadera comunidad.

    Compartiendo oración con diferentes comunidades, en algunas, aunque sea muy bien recibido, me siento un poco intruso, porque es palpable la intimidad que existe entre sus miembros y cómo mi presencia, aunque sea conocido y apreciado, la distorsiona. En cambio, en otros grupos de oración, mi presencia o ausencia, como la de otros miembros, es totalmente arbitraria y la profundidad de mi participación como la de otros, es muy diferente.

    Con todo esto, si queremos que se consoliden nuevas comunidades, debemos construir muy bien el contorno de la comunidad y decidir cuándo abrir y cuándo cerrar la puerta y saber quién está dentro y quién fuera.

  • La belleza, en concreto en la música, es una herramienta ideal para remover a los jóvenes y a los mayores. Lo ha sido siempre pero parece que grupos como Hakuna nos lo han tenido que recordar. 

    En Estados Unidos, con iglesias evangélicas como Hillsong Church y otras, ya lo podíamos estar viendo hace tiempo. A mi juicio, Hakuna es la adaptación de este modelo al catolicismo. Ambos grupos han sabido usar la música contemporánea que remueve el corazón y genera una comunión especial para movilizar a los cristianos, partiendo de conciertos y oraciones donde el hilo conductor es la música en clave de alabanza y adoración.

    Hoy en día, a través de las plataformas de audio, los móviles se convierten en capillas portátiles que permiten al joven contactar con Dios en cualquier parte y momento que lo necesite. 

    Conocer esta música y emplearla en el momento adecuado en nuestras actividades de impacto, tendrá un efecto multiplicador en el mensaje que les queremos transmitir.

    Por otro lado, son cada vez más los grupos que están lanzándose a componer nuevas canciones para seguir esta estela y, también dentro de la Familia Marianista, hay ya gente poniéndose en la presencia de Dios para componer una música actual que refleje nuestro carisma, porque las formas cuentan y los jóvenes, como los mayores, sabemos distinguir lo bello de lo feo y Dios se manifiesta en la belleza.

  • En la comunidad de fe tiene cabida todo el mundo y se dan distintos niveles de adhesión y no todo el mundo demanda lo mismo. Esto puede hacer que, en nuestra oferta, establezcamos un nivel único de profundidad que se ajuste al mínimo, resultando muy pobre a los que quieren algo más.

    El caso es que entre nuestros jóvenes, tenemos buscadores que demandan más y hay que darles respuesta y aprovechar su empuje como testimonio e inspiración para otros. Para eso, debemos contar con ellos y con ese espíritu que les mueve y ofrecerles más profundidad, en lugar de aprovechar sus energías para nuestros fines y darles lo mismo que a todos hasta que se harten y nos dejen.

  • A la hora de preparar una oración, es sorprendente que, gente ya mayor, religiosos o laicos y con un recorrido de fe prolongado, sigan sin hacer oraciones con una estructura bien cuidada, con unos contenidos elegidos coherentemente con la Palabra y la música apropiada. 

    El ideal en cualquier oración o celebración es poder contar con música en directo, puesto que ayuda más a que todo el mundo cante, y permite controlar mejor los tiempos y los ritmos de la oración. Sin embargo, son pocos los que se manejen bien con los instrumentos y con el canto y, muchas veces, condicionamos las canciones a las capacidades del coro dando como resultado un repertorio aleatorio de canciones que son las que se saben o les apetece cantar, aunque no tengan nada que ver con la oración prevista. 

    Debemos cuidar las formas en estos dos aspectos: procurando tener un coro que cante en directo y garantizando que las canciones y demás contenidos sean coherentes con el tema de la oración y el público. 

    Hablando de las formas en las oraciones, conviene mencionar los recursos tanto tecnológicos como los soportes en papel que han de reflejar la belleza y ser prácticos, es decir: cumplir con su función de ayudar a rezar y estar bien preparados y controlados por quien lleve la oración. Jesús no enseñó a rezar con un PowerPoint ni con una hojita, el foco de atención ha de estar, con diferencia, en el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo y lo demás no ha de captar nuestra atención.

  • El momento de la creación de la comunidad es delicado puesto que se juntan jóvenes aparentemente similares en intereses y edad. Sin embargo, observamos que, en la práctica, ya hay distintas motivaciones y expectativas, o deseo de construir algo o de dejarse llevar.

    En este sentido, hay que cuidar el nivel de profundidad de lo que les ofrecemos y pedimos, pero sabiendo acompasar los ritmos de los distintos miembros, para que puedan llegar a constituir la comunidad. Al que demanda más igual hay que pedirle paciencia y mansedumbre, contar más con él y enseñarle a tirar del grupo sin romperlo y al que no sabe ni por qué está en este grupo, ayudarle a dejarse entusiasmar por el espíritu de los primeros. Y, a todos ellos, animarles a hacer un camino de profundización personal en la oración para que sea Dios el motivo de sus encuentros y no los intereses personales o el reencontrarse con los amigos del colegio para filosofar.

    Si en lugar de eso pretendemos esperar a que todo el mundo tenga el mismo nivel de compromiso para arrancar, los que querían una mayor intensidad la buscarán fuera, y los otros, que no querían nada, estarán encantados de tener esa nada dentro del grupo, con lo que, como muy tarde en exámenes, el grupo se disolverá.

  • En algunos lugares, los laicos marianistas podrían aportar a la ciudad un espacio para vivir la fe desde nuestro carisma. Están perfectamente capacitados para ello y además ya lo han hecho en alguna ocasión. 

    Esta es una misión evangelizadora que ahora mismo está desarrollando Hakuna de forma muy llamativa, pero que han hecho muchos otros grupos de forma más discreta y sin un modelo de oración claro.

    Cuando Taizé estaba más de moda, surgieron en las ciudades, diferentes espacios donde rezar con ese modelo concreto de oración. En aquel momento, algunos laicos marianistas sintieron la llamada de generar estos espacios y ofrecieron un gran servicio, no sólo a la Familia Marianista sino también al resto de la Iglesia. Esto hoy ha ido decayendo y ya sólo mantienen el día y la hora, pero ha perdido el Espíritu, el estilo y el cariz de misión evangelizadora comunitaria, pero podría recuperarlo porque sigue siendo demandado por los jóvenes.

Guía de estilo Marianista